La decisión de estos tres días seguro que da lugar a todo tipo de opiniones pero, más allá de qué días hubiésemos preferido cada uno de nosotros, creo que es importante mantener la cohesión, la unidad y la firmeza. El éxito de la huelga de los días 20 y 21 de septiembre -cuyo porcentaje fue, simplemente, abrumador- y el de la manifestación del día 20 -que ni siquiera la Comunidad pudo empequeñecer ni manipular ante la evidente marea verde allí congregada- ha de repetirse en estos tres días, así como en las movilizaciones ya convocadas y que paso a enumerar a continuación:
- Miércoles 28 septiembre - 18:00 h. Concentración frente la Consejería de Educación.
- Martes 4 octubre - Manifestación de Neptuno a Sol.
- Jueves 13 octubre - Cadena humana ante la Consejería de Educación.
La visibilidad, la cohesión, la unidad de la comunidad educativa ha de mantenerse tan fuerte y tan enérgica como hasta ahora, pues sabemos -por mucho que ciertos medios neoliberales jueguen a la confusión y al desprestigo- que la razón está de nuestro lado, que nos estamos jugando el futuro de la educación pública -no podemos seguir permitiendo que la Comunidad de Madrid la destroce en pro de otras ofertas que fomentan la segregación y el elitismo- y que es el mañana de nuestros alumnos -e hijos- el que está en juego. Porque a mí -como a muchos de mis compañeros- no me importa seguir dando 20 o -como este curso- hasta 21 horas -lo confieso: disfruto cada clase pese al mucho tiempo que me lleva prepararlas- pero sí me importa, por ejemplo, no poder atender de un modo mínimamente personalizado a cada uno de mis grupos de Bachillerato, compuestos por 34 o más alumnos, tan numerosos que apenas caben en el aula donde se les niega la excelencia que sí se financia para otros.
No podemos dejar que la ceguera de nuestra Comunidad -incapaz de ver el talento de nuestros alumnos... o quizá, asustada porque sí son conscientes del mismo- prive a nuestros estudiantes de una educación digna y de calidad. Una educación para la que, por supuesto, también es necesaria la autocrítica, y la autoexigencia, y cambiar muchas cosas del sistema que todos sabemos que no funcionan. Ojalá esa sea la segunda parte de esta revolución, de esta marea verde que ha arrancado a la escuela pública de su letargo. Pero para que esa renovación sea posible -y lo será si seguimos tan unidos como hasta ahora todos los sectores de la comunidad educativa- es preciso contar con los medios humanos necesarios, medios humanos que son los interinos que faltan, los funcionarios en expectativa aún sin destino adjudicado y, en definitiva, los profesionales desterrados de nuestros centros sin tener en cuenta alguna las necesidades de los mismos.
Por eso, porque estamos consiguiendo muchas cosas en este proceso, porque -al menos- hemos logrado que la educación sea un tema protagonista en un país al que este asunto -tan esencial- parecía importarle más bien poco, no podemos rendirnos ahora. Padres, alumnos y profesores tenemos una enorme responsabilidad y -todos lo sabemos- la marea verde de Madrid está siendo observada con particular atención, así que no podemos desinflarnos ahora. No, ahora menos que nunca. Hagamos que esa huelga sea otro éxito, que nuestras quejas sean visibles, que -por fin- abran una auténtica negociación. Un diálogo que no verse sobre esos suplementos salariales que nadie les ha pedido (y que, por cierto, son en sí mismos una ofensa: ¿la labor tutorial de todo un grupo de alumnos -ejercida con profesionalidad y entrega- se valora en 75€ mensuales?). Detalles así son los que obvia Aguirre cuando habla de la famosa mesa a la que no acudieron los sindicatos, detalles tan intrascendentes como que no se propuso -en ningún momento- dialogar sobre el núcleo del conflicto, sino que tan solo se optó por un zafio intento de compraventa de la dignidad de quienes no estamos dispuestos a vendernos por cifra alguna. Quienes -eso lo olvidan Figar y sus aliados- ya asumimos la bajada de sueldo conscientes de la situación que atravesamos. Del contexto en el que vivimos. Olvidan que no estamos perdiendo días de salario por un fin egoísta, que no nos mueve el ombliguismo que sí parece mover a otros -tanto como para dar datos poco veraces sobre sus sueldos, por ejemplo...-, sino que esta lucha es por un bien común, por un fin colectivo, por un ideal posible y necesario en toda sociedad democrática: la educación pública. Y por eso mismo, mientras no haya diálogo, los días de huelga seguirán siendo un éxito. No tengo duda alguna al respecto.