domingo, 23 de septiembre de 2012

La ley del más fuerte

"La educación es el motor que promueve la competitividad de la economía."

Así comienza la LOMCE, con una frase que resume -de forma contudente- su objetivo. No voy a entrar en el absurdo que supone seguir instalados en un sistema donde hay más reformas y contrarreformas que éxitos educativos, ni siquiera en la acendrada costumbre de que esos cambios ignoren a quienes vivimos a pie de pizarra la realidad del aula. No, para qué entrar en cuestiones tan evidentes, cuando el peligro -en este caso- es mayor del habitual.

Porque gracias a la LOMCE no solo recorreremos una nueva vía muerta para esa supuesta calidad educativa que tanto les preocupa, sino -más aún- un camino de obstáculos donde solo sobrevivirán quienes sean más capaces y, sobre todo, quienes tengan más dinero, medios y recursos para solventar su falta (o no) de capacidad.

La nueva ley considera que la diversidad no ha de ser integrada, sino segregada, de modo que un país, para ser competitivo, tiene que animar a los alumnos con dificultades a abandonar el sistema, demostrándoles -gracias a un sinfín de inútiles pruebas externas: todo muy sesentero, por cierto- su torpeza y su necesidad de automarginarse para no seguir causando gasto en una sociedad que ha decidido que solo los más fuertes tienen derecho a un lugar digno en la pirámide alimenticia.

La supresión de becas, la subida de tasas (las universitarias, por ejemplo, se han duplicado este curso), la obligatoriedad de continuas pruebas externas..., todo está encaminado a un fin perversamente darwinista: que sobrevivan solo aquellos alumnos con los suficientes recursos como para afrontar todo ese proceso. No sé qué pensarán las familias -¿todos los niños son genios?, es más, ¿todos los niños deberían serlo?-, pero si yo fuera padre estaría profundamente preocupado.

En el fondo, la frase inicial del anteproyecto deja bien claro el objetivo y las intenciones. Al menos, en este caso, no hay ambigüedad posible: la educación ya no será un camino para construirse como personas, ni para madurar, ni para aprender a convivir, ni para desarrollarse. No, la educación será un adiestramiento práctico para crear una mano de obra lo suficientemente manipulable, dócil y barata como para sustentar a quienes sigan instalados en el último piso de esa pirámide evolutiva. 

Para ello, la ley facilita el nombramiento a dedo de directores y, a su vez, de profesores, convierte al Consejo Escolar en un instrumento poco menos que decorativo y resta poder de decisión a los padres y madres (como si antes tuvieran mucho). En definitiva, se deja la puerta abierta a la subjetividad y al enchufismo, consagrando ese mal endémico nacional que es el contratar a los afines para asegurarnos un séquito que aplauda nuestros modos y jamás censure nuestros errores.

No sé si conseguiremos frenar este despropósito -¿cómo se puede dejar la educación en manos de un ministro con nula experiencia -y humildad- en un frente así?-, pero sí sé que este antreproyecto es el camino ideal para construir un país competitivo en la formación de futuros camareros y croupiers -hagamos de España un inmenso Eurovegas-, pero jamás un país competitivo en la cultura, ni en la investigación, ni en la ciencia. Seremos la mano de obra más barata, acrítica y dócil de Europa, eso sí, de modo que aunque sigamos sin estar en la vanguardia, nos consagraremos como la masa anónima -y empobrecida- que empuja en silencio la retaguardia.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Sudokus sintácticos

Nuestros alumnos son auténticos titanes del subrayado y el cajón sintáctico. Son capaces de agrupar sintagmas de todo tipo y naturaleza en oraciones de cualquier longitud. Podrán equivocarse, sí, pero saben perfectamente qué deben subrayar y conocen a la perfección cuanta etiqueta sintáctica y morfológica necesitan para pasar semejante prueba iniciática. Se diría que todo aquel estudiante capaz de subrayar adecuadamente un complemento predicativo pasa a ser merecedor de ganarse un lugar en nuestra sociedad adulta.

Sin embargo, intepretar un texto o defender una opinión razonada sobre un libro, una serie o una película son tareas que les resultan mucho menos sencillas. Quizá porque el enfoque de la Lengua y de la Literatura sigue siendo, a menudo, demasiado tradicional. Porque falla la metodología, porque los libros de texto están anclados en los manuales de décadas atrás, porque las clases están tan sobrecargadas de alumnos que resulta casi imposible plantear la clase como un debate en vez de como un insufrible monólogo.

Subrayar y hacer cajas es más práctico, desde luego. No requiere plantear dudas, ni preguntas, ni enfrentar puntos de vista para buscar consensos y lograr un aprendizaje activo y, sobre todo, reflexivo. Las cajas, a su modo, acaban convirtiéndose en una suerte de opio con la que calmar a los alumnos que las disfrutan -como si de un sudoku lingüístico se tratase- o con las que asustar a los que siempre tienen problemas para diferenciar el complemento directo del indirecto o el circunstancial del de régimen. 

A cambio, obviamos otras cuestiones más difíciles de evaluar y convertimos la lengua en una disciplina casi gimnástica y la literatura en una sucesión de apuntes -en Bachillerato se pueden medir por toneladas- que no acaban de arrojar ningún tipo de luz sobre los textos que deberíamos acercar a nuestros alumnos. ¿De qué sirve, por ejemplo, contarles todo cuanto sabemos de la literatura medieval en 1º de Bachillerato si no les contagiamos un ápice del morbo que encierra El libro de Buen Amor? ¿Para qué hablarles de moaxajas, zéjeles y jarchas si nos empeñamos en que analicen su métrica en vez de demostrarles la profundísima emoción lírica que se encierra en esos versos? Es cierto que no resulta tan fácil acercar ciertos textos a nuestros alumnos, pero ahí -precisamente- creo que radica nuestra tarea. Al menos, ese es mi objetivo cuando abordo los temas literario: transmitir mi pasión por esos texos y discutir con ellos por qué forman parte de nuestro canon. Qué hace que La Celestina o el Quijote sean universales, transgresores y profundamente modernos. Si no consigo eso, cualquier dato que mis alumnos puedan memorizar me parecerá inútil.

Y en cuanto a la lengua, ¿por qué seguimos planteándolo como poco más que un pasatiempo sofisticado? ¿Por qué no presentarla como un problema abierto y cambiante? ¿Por qué no fomentar la reflexión sobre el idioma, sobre sus misterios, sobre la relación entre lo que decimos y lo que pensamos? Claro que la lingüística puede ser -y es- fascinante, pero cuando sale de las cajas en las que la encerramos para convertirse en una ciencia llena de terrenos que investigar.

Esta mañana, en dos grupos de Bachillerato, he comenzado la asignatura de Literatura Universal planteando la pregunta de qué es un texto. Elemental, sí, aunque también abierta a muchas interpretaciones. Ha resultado curioso escuchar que una novela gráfica no es un texto, ni una película, ni siquiera una obra de teatro (si se representa, me decían, no lo es; pero si esa obra se lee, sí). Y han sido dos debates provechosos, áridos al principio -no están a costumbrados a que les demos la palabra ni la batuta en el aula- y profundamente ricos en su segundo tramo, con muchas voces aportando y construyendo su propia definición de qué es, en realidad, un texto. Qué consideran -qué consideramos- dentro de esa categoría. De ahí hemos llegado al subtexto, al intertexto... y a conceptos como intentar definir clásico o canon. 

En teoría, según el rígido -e inabarcable currículum oficial- tendríamos que haber empezado hoy mismo hablando de Gilgamesh y la literatura mesopotámica, pero ¿tiene algún sentido exponer sin preguntar antes? Cada día tengo más claro que educar no debería ser enunciar conceptos, sino provocar dudas. Y, aunque ni los libros de texto ni los currículos nos ayuden en exceso, la Lengua y la Literatura son dos materias especialmente adecuadas para ello.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Solo es el principio

Rodar una película como Solo es el principio es impensable en España. No se puede hacer una película como esta en un país donde siempre que alguien dice que lleva a sus hijos "a un colegio bueno", automáticamente todo el mundo piensa en un centro privado. Ni en un país donde, en solo 10 años, se ha disminuido en 6000 millones de euros el gasto en la escuela pública. Ni en un país donde su ministro de Educación -junto con los responsables de ciertas Comunidades Autónomas- se esfuerza, día a día, por desacreditar y desautorizar a toda la comunidad educativa. Ni, mucho menos, en un país donde se deja al teatro y al cine a su suerte o, peor aún, donde se les penaliza para que la industria cultural acabe de hundirse y todos nos sumamos en el atraso que estamos consumando.

Solo es principio es, más allá de una hermosa -y emocionante- reflexión sobre la filosofía, todo un alegato a favor de la escuela pública y, muy en especial, de una figura que no es lo suficientemente valorada: la del maestro. No es casual que la película se abra con las declaraciones de cierto ministro de Sarkozy, en las que -desde la más profunda ignorancia- este individuo afirmaba que no era necesario título universitario alguno para "cambiar pañales y vigilar la siesta". 

Sin embargo, y por triste que parezca, ese elitismo rancio y analfabeto -se requiere desconocer profundamente la pedagogía y el proceso educativo para hacer semejante afirmación- no es exclusivo de los ministros sarkozianos. Ni siquiera de sus homólogos peperos. Lamentablemente, ese elitismo cateto e ignorante se da también entre los propios miembros del profesorado y en más de una ocasión he tenido que escuchar cómo tal o cual compañero cargaba las tintas contra los encargados del nivel anterior.

De este modo, los profesores universitarios culpan de las lagunas de sus alumnos a los de Bachillerato. Los de Bachillerato, a los de Secundaria. Los de Secundaria, a los de Primaria. Los de Primaria, a los de Infantil. Los de Infantil, a... Bueno, estos a nadie, porque no queda a quién dejarle la pelota en su tejado, de modo que estos son los únicos que no tienen medio de lavarse las manos y sumarse a ese tranquilizador sentimiento colectivo de "yo no soy responsable" que tan anclado llevamos aquí desde los tiempos de La Celestina.

Por eso, una película como Solo es el principio es impensable en España. Y no solo por el desprecio de nuestro actual gobierno hacia la educación y la escuela pública, sino -más allá de eso- por la nula atención que prestamos a los grandes profesionales que pelean, día a día, en Infantil. Gente que hace una labor magnífica y a la que, con ese espíritu proclive a la etiqueta y al intelectualismo de salón, se les mira -en demasiadas ocasiones- por encima del hombro.

No sé si debería recomendarles que vean Solo es el principio. Porque seguro que les interesa. Y que les emociona. Y que les aporta muchas ideas... Pero también sentirán -como me pasó a mí- una terrible envidia. Y una rabia profunda al pensar en cómo esa magnífica maestra que protagoniza la película, aquí sería vilipendiada por su Consejera de Educación -acusándola de vaga-, por su Presidenta -riéndose de su horario-, por sus compañeros de niveles superiores -afirmando que, en el fondo, no hacen gran cosa- y, por supuesto, también por su ministro -ansioso por someter a sus alumnos a pruebas externas "objetivas" (gran palabra, ¿no creen?) con la que demostrar lo poco que han aprendido en la pública.

Quizá, si seguimos luchando, dentro de unos años sí se pueda rodar una película así. Quizá -a veces cuesta ceñirse a la esperanza- el título sea cierto y todo esto solo sea el principio... Pero, de momento, se necesita más que una manifestación, un puñado de tweets o unos cuantos posts para cambiar la nula atención que recibe la educación en nuestro país, cada día más anclado en un provincianismo del que nuestra televisión -prueben a encenderla en el prime time- da buena cuenta.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

La suma de todos... y la resta de muchos

Sumemos:

Escuelas de música: de 50 a 150€ al mes (150x9=1350€/año)
Escuelas de idiomas: de 50 a 250€
Tutela de tesis doctoral: de 103 a 200€
Conservatorio: de 150 a 375€
Máster oficial en UCM (60 créditos): de 1.600 a 3.950 €

Tasa de tupper
Supresión de becas para libro de texto
Encarecimiento de la matrícula universitaria
Profesores impartiendo afines imposibles
De treinta alumnos por aula en adelante
Supresión de profesores de compensatoria
Miles de interinos en la calle
Nativos irlandeses contratados a dedo
Colegios sexistas subvencionados con dinero público
Profesores funcionarios en expectativa sin plaza asignada 
....................................................................
(Completen con más despropósitos, según su Comunidad, en la línea de puntos.)

Total: Una cifra que nos ata, sin remedio, al atraso y la ignorancia.

Si nuestros responsables políticos (lo de responsables, claro está, es irónico) piensan que vamos a salir de esta crisis sin invertir en educación, cultura e I+D, es obvio que se equivocan. Ahora bien, si lo que esperan es acabar de una vez con el Estado del bienestar y devolvernos a la Edad Media, entonces sí. En ese caso van por muy buen camino.

Menos mal que, ante inicios de curso tan -desahóguense y escriban aquí su propio adjetivo- como el de este año, siempre nos quedará la lucidez de la auténtica prensa seria:


sábado, 8 de septiembre de 2012

Jugando a la ruleta rusa en educación

Era de esperar. Una Comunidad que acoge con júbilo la creación de un macrocasino que no respeta ley alguna es  una Comunidad dispuesta a jugar a la ruleta rusa con el futuro de todos sus ciudadanos. Por eso, supongo, este nuevo curso escolar comienza con las mismas irregularidades que el anterior. O, para ser más exactos, con la reafirmación de algunas de ellas.

Entre estas situaciones incomprensibles -e indefendibles- con las que arranca el curso, nos encontramos con centenares de profesores -funcionarios de carrera- a los que, a fecha de hoy, aún no se les ha asignado destino alguno. Este mismo viernes, un compañero de matemáticas me escribía vía Twitter que - solo en su especialidad- son 70 los funcionarios en expectativa a quienes no se les ha dicho aún dónde trabajarán.

Por supuesto, los miles de interinos que el año pasado ya no trabajaron, este año seguirán sin hacerlo, con el agravante de que su situación ya no exclusiva de Madrid, sino compartida con los demás profesionales del territorio español, donde se ha decidido que podemos prescindir de su preparación, de sus ganas, de su capacidad. Total, qué mejor que engrosar las listas del paro y, de paso, desaprovechar un potencial humano que tan necesario nos es en nuestras cada vez más abarratodas aulas.

Y, por si fuera poco, el peculiar póker de ases educativos de la Comunidad de Madrid, se cierra con la contratación a dedo de nativos irlandeses para que den clases -en los centros públicos- de las materias que se les encarguen (pueden disfrutar de la noticia completa en este enlace). A estos nativos no se les exige prueba de selección alguna (¿oposiciones? ¿eso qué es?), ni saber una sola palabra de español -lo que facilita muchísimo la comunicación en sus nuevos lugares de trabajo, por supuesto-, ni tener la más mínima noción de las materias que imparten (Tecnología, Educación Física o  Plástica, entre otras). Se da por hecho, de este modo, que toda persona que sea nativa en lengua inglesa está capacitada, por eso mismo, para desarrollar un programa de educación visual, artística, deportiva o tecnológica. Este axioma se puede calificar de una única manera: es una aberración.

Básicamente, consiste en pensar que cualquiera de nosotros -por el mero hecho de ser nativos en una lengua- podríamos educar a alumnos extranjeros en la asignatura que mejor nos parezca. Así pues, no veo el momento de largarme a Irlanda y dar unas cuantas clases de Biología en español. O, mejor aún, a Finlandia, es decir, a un lugar donde ni siquiera conozca el idioma de mis alumnos, ni de sus padres, ni de mis compañeros, y en el que daré clases de una materia que tampoco conozco. Brillante, ¿a que sí? Pues eso, exactamente eso, es lo que está pasando en las Vegas. Perdón, en Madrid.

Por otro lado, no se puede decir que la calidad educativa sea una prioridad para nuestros gobernantes (y, menos aún, para nuestro actual ministro: ¿cómo vamos a recuperar cuanto estamos retrocediendo por su gestión?), pues no solo son los irlandeses "a dedo" quienes impartirán materias que desconocen. En el caso de los profesores que sí nos hemos ganado el puesto por méritos propios -supongo que por eso molestamos tanto: como no debemos favores a nadie, no somos manejables-, el tema de las famosas afines va a dar lugar a situaciones de lo más amenas.

Se considera que afines son aquellas materias que un mismo licenciado puede impartir en un centro de Secundaria y Bachillerato. Y así, hay profesores de Historia que este año darán Filosofía en Bachillerato, o docentes de Plástica que habrán de impartir Matemáticas en la ESO. Juzguen ustedes si la afinidad les parece razonable y saquen sus conclusiones sobre las consecuencias inmediatas que esas amenas situaciones tienen para esa calidad educativa que tanto parece preocuparnos.

O puede que no. Puede que esto de la educación no le preocupe a nadie. Porque lo que necesitamos son camareros y personal barato para que Eurovegas funcione como debe. Sí, quizá es que educar es una pérdida de tiempo en un mundo que prefiere consolidar el elitismo y el opio mental para todos como forma de gobierno y de sumisión. En breve, habremos de pagar muy caro -mucho más de lo que ahora mismo imaginamos- todo esto.

Hagan sus apuestas. 

lunes, 3 de septiembre de 2012

A quien pueda interesar...

Queridos padres, compañeros y alumnos:

Perdonad que hoy, en vez de un post, casi escriba una carta, pero es que, para empezar este nuevo curso, me apetece compartir una buena noticia con todos los que os habéis pasado por aquí en estos últimos meses. Todos los que habéis hecho de este sencillo blog -que nació como la expresión de un desahogo necesario y de una inquietud muy personal-, un activo punto de encuentro y debate para aquellos a quienes nos preocupa -e importa- la educación.

Esa buena noticia es que me estreno en un género que, hasta ahora, no había tocado: la novela infantil y juvenil, gracias a la publicación de "El reino de las Tres Lunas" con Alfaguara Juvenil. Esta novela, que irá en la serie azul (recomendada a partir de 11-12 años), saldrá a finales de febrero de 2013 y ya estoy trabajando en una guía didáctica para los compañeros de Secundaria que quieran animarse a proponerla como lectura para sus alumnos.

Se trata de un texto de aventuras y magia ambientado en la Edad Media y cuyos temas fundamentales son la importancia de la poesía, de la música y de la palabra como armas contra la barbarie, así como la aceptación de la diferencia -del tipo que sea- como fuente de riqueza. En definitiva, una obra con mucha acción pero en la que se abordan numerosos temas que, de un modo u otro, han estado presentes en este blog desde que comencé a escribirlo...

Como ahora todos empezamos a buscar textos para nuestras clases, si alguien tiene curiosidad en este título, que me escriba con toda confianza a esta dirección de e-mail (nandoj08@gmail.com), para que le mande una información algo más detallada junto con el pdf de la guía didáctica tan pronto como esté acabado. En cuanto al nivel, la obra está pensada, sobre todo, para 1º, 2º y hasta 3º de ESO y, si es un grupo con inquietud lectora, tal vez incluso para 6º de Primaria (aunque ahí necesitaría la opinión de un colega conozca mejor este nivel).

Frente a esta alegría personal, eso sí, no puedo dejar de mencionar hoy la tristeza que siento ante los miles de profesores que no regresan este curso a las aulas. Los miles de compañeros interinos con los que se pierden, no solo puestos de trabajo, sino -más allá- entusiasmo, entrega, pasión y afán por construir un mundo mejor empleando las tizas como arma e instrumento. Hoy, este primer lunes de curso, no puedo dejar de sentir que esos huecos no pueden llenarse si no seguimos luchando para que esos compañeros vuelvan a las aulas y nuestros alumnos reciban, gracias al esfuerzo de todos, la educación que merecen. Pero de esto, y de todo lo que nos queda por luchar, hablamos a partir de mañana. Ojalá este blog, a lo largo del curso que hoy comienza, siga siendo un sitio tan controvertido y lleno de ideas como, gracias a vuestros comentarios, lo ha sido hasta hoy.