Inasequible al desaliento, nuestro Ministro de Educación ha seguido manifestándose a favor de la segregación por sexos en nuestros colegios e institutos. No contento con financiar con dinero público centros que practican este modelo de discriminación, ahora nos obsequia con sus observaciones sobre el (supuesto) mejor rendimiento que estos centros presentan sobre todos los demás.
Es curioso, porque nuestro Ministro -tan adicto a mediciones, pruebas externas y todo tipo de inservibles estadísticas- olvida que los mejores resultados en Selectividad o en las pruebas para conseguir el Premio Extrarordinario de la ESO -por poner dos simples ejemplos- siempre corresponden a centros públicos en los que, curiosamente, no se discrimina a nadie por motivo alguno.
Pero más allá de competiciones ridículas -¿vamos a convertir la educación en una especie de "guerra de coles" al estilo de la "guerra de series" de El País?-, resulta evidente que la discriminación por sexos en la escuela tiene, al menos, dos efectos tan perniciosos como evidentes.
El primero es que permite fortalecer los estereotipos sexuales y, en consecuencia, la desigualdad de género, echando por tierra todos los avances logrados al respecto y devolviendo a nuestros estudiantes esa idea de que los niños son muy diferentes a las niñas. Y no seré yo quien niegue la existencia de la diversidad -al revés, creo que nada nos enriquece tanto como nuestras diferencias-, pero solo podemos construir una sociedad igualitaria si trabajamos en lo que nos une por encima de aquello que, en apariencia, nos separa.
Así pues, si queremos que la misoginia coja fuerza, segreguemos, claro. Seguro que más de un cargo de la sección rancia de la iglesia aplaude nuestra iniciativa. Y, ya puestos, volvamos a los juguetes sexistas, prohibamos a las chicas jugar al fútbol y miremos mal a los niños que quieran compartir con su hermana una muñeca. Así, además de renovar la misoginia, intensificamos la homofobia, que -ante el avance de los derechos LGTB y de la normalización de nuestro colectivo- tampoco viene nada mal.
Pero, por si el retroceso social no fuera suficiente (ni lo bastante grave), hay una segunda consecuencia -mucho más personal- que reside en la deficiente educación sentimental que van a recibir esos niños y niñas "segregados". Nada tan útil para fomentar una educación emocional y sexual reprimida como separar a los alumnos por sexos, de modo que les ayudemos a estar tan perdidos como lo estuvieron las generaciones del franquismo. Con un poco de suerte, podemos volver a los tiempos descritos por Carmen Martín-Gaite en Usos amorosos de la postguerra española y convertirnos en el país provinciano y beato que querían que fuéramos entonces.
Lo triste es que todo un Ministro de Educación -sea del partido que sea- se muestre incapaz de rectificar y defienda ideas tan atroces como estas. Ideas que nos abocan a un mundo sexista, homófobo, discriminatorio, acomplejado y reprimido. Un mundo que debe de hacer las delicias de Rouco y del obispo de Alcalá -ya saben, el fan de los "clubs de hombres nocturnos"-, pero que sería un lugar de pesadilla para quienes creemos en la diversidad como fuente de riqueza, en la convivencia como necesidad educativa básica y en la igualdad como un valor y un modelo al que todos hemos de aspirar.
2 comentarios:
Mi hijo, hijo único, siempre ha sentido una predilección por las muñecas, ¿En qué le convierte eso? Me gustaría saber la respuesta del Sr Wert.
Estoy harta de los prejuicios y las etiquetas, harta de ver rareza donde lo que hay es una convicción fuerte por los propios gustos, independientemente del deseo sexual. Estoy hablando de un niño de 9 años, que justo ahora empezará a descubrir su sexualidad, y respetando, como siempre he hecho con todos sus gustos, me la trae al pairo con quien descubrirá el placer de los sentidos, el sexo, y el amor. Espero que encuentre a alguien a quien amar y ser amado, sin que le hagan daño, es el deseo de toda madre, ¿no? El resto, me da absolutamente igual.
Si desde que tiene uso de su cuerpo para jugar, le hubieran negado el derecho a escoger con qué juguetes se siente más cómodo y disfruta más, ya le habríamos sentenciado a limitar su identidad. Siempre le ha fascinado el mundo de las princesas (no ha habido princesa Disney o Barbie por la que no hemos tenido que sufrir la fiebre esporádica, pero te aseguro que muy intensa de hacerse con todo lo relativo a ellas), para no cerrarse en un tipo de juguete (lo hubiera hecho igualmente de pasarse el día jugando a futbol) Le regalamos todo tipo de juguetes, aparte de las ya mencionadas muñecas, playmobils, bolos, coches, camiones y gruas, pelotas, juego de lógica, de estrategia, educativos, de mesa, de cartas, juegos de ordenador de aventuras, pintura, instrumentos musicales, también de viste y diseña, porque desde los cuatro años dice tener claro que quiere ser diseñador. Lo que ha llegado a disfrutar con las muñecas recortables de toda la vida, un clásico. Tiene una imaginación que no se le acaba. La lectura. He tratado de fomentar el gusto por el gusto en él por la lectura. No como una actividad obligatoria, si no como un entretenimiento más, libros de todo tipo y de todos los géneros. Y los deportes, salvo el judo que practica como extraescolar y porque lo pidió él, le interesan mas bien poco, salvo patinar y montar en bici.
Este invierno pasado empezamos a practicar un poco el punto, yo no es que me defienda muy bien, pero él tenía curiosidad y nos pusimos juntos manos a la obra, aunque sin mucho éxito no hemos llegado ni a hacer una bufanda, a ver si la temporada próxima avanzamos algo más. Me gustaría que en el cole pudiera tener la oportunidad de aprender costura, punto, ganchillo, etc... pero con la segregación de sexos y siendo esta una actividad, imagino que según el Sr Wert y muchos otros/as, de carácter absolutamente femenino, yo me pregunto, ¿Cómo va mi hijo a desarrollar la profesión que parece gustarle? ¿Debo insistir en que le agrade darle pataditas al balón?¿Debo ajustar su campo de posibilidades a actividades "propiamente masculinas"? Pues me niego a ello, siempre he abogado por ofrecer todas las opciones y dar a escoger lo que él crea más conveniente y así seguiré haciéndolo. Aunque a mí lo que más me gustaría en estos momentos es hacer rodar, como balones, determinadas cabezas cuadradas que se empeñan en construir una sociedad dividida, empobrecida cultural e intelectualmente.
Hay estudios científicos que contradicen al ministro Wert. Por ejemplo el artículo de revisión en Science: http://www.sciencemag.org/content/333/6050/1706.full Si queréis ver un resumen en castellano, http://g7e9.wordpress.com/2012/08/24/escuelas-para-ninos-y-escuelas-para-ninas/
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