La homofobia ya no forma parte del temario de Educación para la Ciudadanía. Este (irresponsable) salto hacia atrás es una de las "mejoras" que ha introducido el actual ministro -el inefable señor Wert, marioneta en manos de obispos y Comunidades ansiosas de recortes varios- a nuestro sistema educativo.
Resulta evidente que eliminar un contenido que fomenta la tolerancia, el respeto y la convivencia es una medida muy eficaz para solventar el fracaso escolar. Sin duda, incorporando la ideología del sector más intransigente -y recalcitrante- de la iglesia conseguiremos no solo una sociedad mucho más justa y democrática, sino también unos mejores resultados escolares en nuestros alumnos. Al menos, ganarán en vocabulario, pues podrán volver a emplear, sin sonrojo alguno, cuanto sinónimo despectivo de "homosexual" conozcan, con la consiguiente riqueza léxica que ello implica.
Supongo que, en adelante, se nos pedirá que hagamos la vista gorda cuando encontremos algún "maricón" escrito en la pizarra. O que ignoremos a los alumnos y alumnas que sufran acoso por su orientación.(y de los que muchos docentes conocemos numerosos ejemplos) O que nos alcemos de hombro -nada como la pasividad y la indiferencia- cuando nuestros estudiantes sufran por no atreverse a ser ellos mismos o por no saber cómo afrontar su propia identidad. Tampoco hablaremos de Lorca o de Cernuda en clase -o lo haremos fingiendo que se les puede entender sin comprender su sexualidad- y, por supuesto, no tendremos que actuar cuando los padres nos pidan consejo sobre este tema, ni cuando seamos testigos del bullying homofóbico que, según el ministro, parece no tener lugar en nuestras aulas.
O quizá es algo mucho peor. Quizá la homofobia desaparece como contenido porque, en el fondo, no les parece mal que ese "maricón" se siga usando contra quienes no somos como la iglesia considera que hemos de ser. Triste, muy triste, que en pleno siglo XXI sigamos viviendo bajo el dictado del sector más oscuro de las sotanas -quiero creer que no todos son émulos del obispo de Alcalá, aunque me cuesta, cada vez más, creerlo-; triste, muy triste, que se sigan dando pasos hacia atrás y que se siga sin tratar con naturalidad la realidad homosexual, como si tuviese algún tipo de importancia cuál es el sexo de la persona a la que amamos.
No es de extrañar, de todos modos, que se tome una medida como esta por parte de un gobierno capaz de mantener su vergonzoso recurso ante el Tribunal Constitucional contra el matrimonio gay y lésbico. Un gobierno incapaz de asumir una postura mínimamente sensata, mínimamente natural, mínimamente civilizada ante el mundo gay. Porque lo natural, por mucho que les pese a los obispos y al ministro que escribe bajo sus órdenes, no es el odio, ni la discriminación, ni la homofobia. Lo natural es el amor, el sexo y la convivencia. Y todo lo demás son llamas ancestrales -tabúes y miedos anclados en la ignorancia- con las que pretenden abrasarnos quienes, en un arrebato de incomprensible mezquindad, son incapaces de entender -y compartir- la grandeza de ser dos con alguien que, sea del sexo que sea, nos suma y nos completa.
Por eso, esté fuera o dentro del temario de Ciudadanía, muchos docentes seguiremos abordando el tema de la homofobia. Igual que abordamos el tema de la misoginia. Y el tema del racismo. Y el tema de las desigualdad. Por eso, supongo, la escuela pública le resulta tan molesta a nuestro gobierno. Por eso, cómo no, ha decidido recortar hasta asfixiarnos (tranquilos: no lo conseguirá). Porque imaginar una futura sociedad de jóvenes críticos, tolerantes y respetuosos con los demás les produce pánico: su libertad puede poner en tela de juicio su política del miedo, la sotana y la represión. Y las consecuencias de ese mundo sin prejuicios ni tabúes han ser, felizmente, imprevisibles.
6 comentarios:
Retrocedemos a pasos gigantescos y monstruosos.
Hablando de Lorca, justo ahora que se han revelado datos sobre uno de sus amores: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/05/09/actualidad/1336592315_908655.html
Menuda sarta de sandeces, la escuela está para aprender y no adoctrinar como hacéis algunos imponiendo vuestra ideología a los alumnos para ahormar sus mentes a la mentalidad imperante ya fuera antiguamente con la FEN y ahora con su versión laicista y progre
Discrepo totalmente con el anterior post, la escuela no solo sirve para que te manden estudiar los elementos de la tabla periódica o el reinado de Alfonso XII sino también y sobre todo para aprender día a día, y pese a muchos, una educación en valores. Esa misma educación-casualmente pública- con la que algunos no calificamos de "zorra" a una mujer(y menos aún en un canal tan decente,conservador y religioso como Intereconomía) o de "moro de mierda" a un imigrante por la calle. Si no hacerlo me convierte entonces en un progre-laico pues lo soy.
Así que para sandeces su comentario.
"Sarta de sandeces". En fin, nada como la anonimia para discrepar con un argumento tan respetuoso, sesudo y bien elaborado como ese... Menos mal que, en la escuela pública, hay quien intenta enseñar a opinar -se tenga la opinión que se tenga- desde el respeto y la argumentación razonada. Lamentablemente, estimado anónimo, ese no es su caso.
Sois igualitos que los franquistas pero en colorao
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