Si algo tengo claro, es que la gravísima crisis de la educación pública madrileña -causada por los salvajes recortes del PP- ha servido para poner de relieve la importancia de la colaboración entre padres y profesores. De algún modo, esta situación extrema e inadmisible (que será el centro de la asamblea de este 31 de agosto) nos ha ayudado a recordar que ambos sectores somos aliados en un fin común: la educación. Ni siquiera han conseguido desunirnos con medidas tan torpes y mezquinas como la propuesta de una indeterminada subida salarial (¿quién ha hablado aquí de un aumento y, menos aún, a costa de los 125 millones recortados y los 5000 puestos de trabajo suprimidos en la escuela pública?).
En algún post anterior (como en el titulado La pluralidad necesaria), he dejado caer aquí mi inquietud sobre el recelo que percibía tanto en algunos de los padres que se reunían conmigo como tutor de sus hijos, como en algunos de mis colegas ante las demandas o preguntas de las familias. Alguna situación plasmé también, a ese respecto, en La edad de la ira con idéntico fin: provocar una reflexión sobre cómo es posible que nos hayamos distanciado tanto cuando, en realidad, compartimos barco y destino.
Por eso, me alegra que surjan iniciativas como la Alianza Educativa, encabezada por Óscar González (un incansable trabajador de la educación y la pedagogía, podéis seguirlo en Twitter bajo el nick OscarG_1978), proyecto plural y abierto que se acaba de poner en marcha en estos días. Su apuesta no es otra que favorecer la cooperación entre las familias y la escuela, entre las familias y los docentes, entre la educación y la sociedad, devolviendo a la enseñanza un papel presencialmente importante en una cultura mediática que parece haber olvidado uno de los pilares más importantes de toda sociedad democrática.
En Madrid, nuestra lucha contra el desmantelamiento de la educación pública demuestra que esa alianza no solo es deseable, sino posible y utilísima. Valgan como ejemplo las cartas de muchas AMPAS apoyando las protestas del profesorado o la intervención de padres en foros y asambleas animando y aportando ideas y argumentos para que esta batalla pueda ganarse en favor de quienes realmente nos importan: nuestros alumnos.
Por todo ello, porque creo firmemente en el trabajo en equipo, porque en mis años de experiencia ha sido esencial la colaboración de muchos padres y madres en mi trabajo docente (sin ellos, por ejemplo, no habría podido crear jamás la revista de mi centro), porque la desunión solo consigue debilitarnos, os aconsejo que os acerquéis a leer y conocer algunas de las propuestas de esta Alianza Educativa. Un proyecto que acaba de nacer y que, ojalá, tenga una vida tan larga como exitosa. ¡Mucha suerte, Óscar!
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