jueves, 14 de julio de 2011

Tutorías

Cada día que pasa tengo más claro que quienes toman las decisiones en la Consejería de Educación madrileña no tienen ni la más remota idea de eso mismo: de educación. O, por lo menos, no saben -ni por asomo- cómo son las aulas actuales y qué problemas se viven en ellas, pues -de otro modo- no se explican sus decisiones -a cual más absurda- si no es por pura y dura estulticia o, peor aún, por un claro deseo de acabar con la enseñanza pública de una vez por todas.

Este verano, como colofón de su despropósito (ya relatado en este otro post), nos comunican que, a partir del curso próximo, no habrá una hora de tutoría para los alumnos de la ESO. Ante la avalancha de críticas (todos los docentes en activo sabemos de la importancia de esa hora), nos informan hoy de que su decisión no es suprimirla, sino cambiarla por "tutorías individuales remuneradas". Como está claro que nuestros queridos consejeros -con esa lumbrera de Lucía Figar a la cabeza- piensan que damos clase en una versión idílica y castiza de El pequeño Nicolás, les explicaremos aquí -al menos, en parte- qué es una tutoría empleando dos sencillos y pedagógicos recursos. El primero, será un ejemplo ficcional (siempre se dijo que las fábulas son muy pedagógicas) y el segundo, algunas consideraciones que, quizá, debieran interesarles...

La fábula escogida es, y perdonen que me automencione, la historia de Marcos en La edad de la ira. Tiene gracia, porque cuando escribí la novela -que, por supuesto, está llena de hechos y situaciones vividas en primera persona durante estos años- hice que sus personajes hablaran de cómo incluso una hora de tutoría es del todo insuficiente para conocer y atender a nuestros alumnos. Meses antes de que la Comunidad decidiera suprimirla (la novela se publicó a finales de febrero), se narra una situación donde la falta de medios, de tiempo, de recursos... fomenta la pasividad -tanto de profesores, como de padres y alumnos- hasta que el problema estalla sin que nadie se dé cuenta de que lleva muchos días delante de ellos. Pero nadie lo vio venir, porque el tutor estaba desbordado por un grupo de treinta y tantos alumnos, porque no había un segundo orientador -figura que la Consejería también elimina para el curso próximo-, porque la comunicación tutor-padres no funcionó como debiera, porque los alumnos tardan en coger confianza con nosotros, porque todos estaban demasiado ocupados en otras cuestiones burocráticas de esas que les encantan a los consejeros y que nada tienen que ver con la educación. Ni, sobre todo, con los alumnos.

¿Es necesaria, pues, esa hora de tutoría? No, no es necesaria: es imprescindible. Porque es la hora en la que hacemos trabajos tan insignificantes como estos:

- Conocer a los alumnos y estudiar la dinámica del grupo: cómo se relacionan entre sí, qué problemas puede haber (bullying, ciberbullying... ), qué situaciones de conducta deben solventarse, qué situaciones familiares (a veces gravísimas) van a requerir nuestra atención (y, en ciertos casos, nuestra intervención) a lo largo del curso...

- Evaluar el rendimiento de ese grupo, no solo en lo que atañe a sus resultados y a su trabajo, sino también al de los profesores, a cómo se comunican con los chicos, a su eficiencia o no, a los problemas que puedan surgir en tal o cual materia...

- Elegir delegados y representantes de alumnos, tratando de inculcarles en ellos hábitos democráticos y, sobre todo, ganas de participar y de ofrecer su voz al resto de la comunidad educativa, intentando convertirlos en protagonistas activos de la enseñanza y enseñándoles a ejercer ese derecho y esa obligación...

- Reconducir situaciones o problemas graves que pueden darse -y se dan, se lo aseguro- a lo largo del año escolar, como resultado de la convivencia de treinta -o más- personas en un aula. Treinta adolescentes -edad compleja, no lo olvidemos- que además pertenecen a treinta familias distintas, a treinta realidades diferentes y, a menudo, a muchos países y culturas diversas, lo que exige un trabajo continuo de la tolerancia, el respeto y la comprensión...

El listado podría continuar, claro, pero prefiero condensar en esos cuatro puntos lo que -al menos, para mí- es esencial en mi labor como tutor. Por supuesto que hay quien no hace nada de todo esto, pero vuelvo a lo que ya he escrito en otros artículos anteriores: que se les sancione a ellos, si se da el caso; pero que no se ponga en duda la profesionalidad de todo un colectivo, sobre todo cuando hay tanta gente que creemos firmemente en lo que hacemos. Gente a quienes sí nos apasiona la docencia y que estamos hartos de que no se nos pongan más que nuevas trabas para ejercerla.

Desde este nuevo curso, sin esa hora, los profesores no tendremos ni un minuto para resolver esos conflictos que, insisto, son cuestiones de grupo (pues un aula es una comunidad, no una suma de individuos sin lazos entre sí), de modo que esas supuestas tutorías individuales no solucionarán nada. Para colmo, aquellos docentes que imparten asignaturas con dos horas semanales -Educación Física, Plástica...- serán tutores de alumnos a los que apenas llegarán a conocer, pues no tendrán tiempo para ello. A cambio, eso sí, los martirizaremos con una hora más de Lengua, Matemáticas o Inglés, porque la Consejería no se da cuenta de que el problema reside en la calidad. No en la cantidad. Será divertido ver a los pobres alumnos de 1º de la ESO (doce años) con dos horas de lengua en el mismo día, por ejemplo, abocados con semejante martirio a odiar la literatura para siempre, por divertida y dinámica que se intente hacer esa materia.

En cuanto a las "tutorías individuales remuneradas" me pregunto cómo se van a sumar esas treinta horas semanales por grupo a nuestros horarios (a hora por alumno, claro). Como eso no será posible, a los alumnos los veremos deprisa y corriendo en los recreos (veinte minutos que no dan para nada) o los citaremos a séptima hora (de modo que quienes hacemos -sin remuneración alguna- actividades extraescolares a esas horas -talleres, teatro, revistas escolares...- habremos de suprimirlas). Por supuesto, siempre veremos a los mismos alumnos, es decir, a los conflictivos o a los que demandan mucha atención por puro afán de protagonismo, mientras que los discretos, los no problemáticos y los tímidos pasarán desapercibidos y se ocultarán, aún más, en el grueso del grupo. Además, si la remuneración es mínimamente interesante, habrá auténticas luchas en ciertos departamentos por conseguir esas tutorías, no por ganas de trabajar con los chicos, sino por subir la nómina de fin de mes. Un panorama realmente estupendo.

En mi caso, y aunque dudo que la Consejería de Educación lo entienda (¿han pisado un aula real en los últimos diez años?), en los tres cursos pasados he sido tutor y he necesitado (y de qué forma) esa hora con todos mis alumnos. Claro que ha habido tutorías individualizadas NO remuneradas, porque una vez que se detectan los problemas, se actúa ante ellos. Pero para eso es preciso observar el grupo, convivir con él, dejarle expresarse y tomar forma. La ESO, no lo olvidemos, abarca de los 12 a los 16 años (sin contar con quienes repiten y llegan a los 18), edades demasiado complejas y delicadas como para anular los únicos resortes que tenemos -ellos y nosotros- para lograr una convivencia adecuada y positiva, un ambiente sano y favorable para su aprendizaje que, con medidas tan burdas como esta, se están asegurando de eliminar.

Alguna vez, para variar, sería bueno que consultasen a padres, profesores y alumnos antes de tomar este tipo de decisiones. Tal vez, escuchándonos a todos los implicados (¿por qué no hay de una vez un pacto educativo real?), no cometerían aberraciones tan graves como esta.

10 comentarios:

Juan A. Jaime dijo...

Enhorabuena por el post.

Sinclair dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Arual dijo...

Me has dejado pasmada con la noticia Nando! Desde luego cada paso que dan estos políticos aboga más por menguar la calidad de la educación de nuestros chicos, de las generaciones futuras. No sé como no se dan cuenta que la educación es inversión en futuro de la buena!

Sinclair dijo...

Sigo pasmada con el asunto. Yo creo que cualquiera que haya nacido en los años setenta, como es el caso de Lucía Figar, sabe lo que se hace en una tutoría y lo necesaria que es esa hora con el grupo.
¿Qué colectivo ha reclamado o puede aplaudir algo así?, ¿algún centro privado en busca de valor, que quiere vender que es allí donde se va a conocer de verdad a los alumnos? Porque supongo que solo se suprime esa hora en los públicos, pero lo cierto es que no lo sé.
Y bueno, está la cuestión de quién se va a encargar de las labores burocráticas que realiza el tutor: evaluación, derivaciones a diver y pcpi, orientación de itinerarios, etc.
Y, ¿la atención a padres también la van a remunerar?
No entiendo nada. Enpiezo a asumir que no me puedo poner en estas mentes. Me falta toda la información y me produce suspicacia. Me niego a pensar que esto sea una idea preregrina. Creo que hay algo detrás, ya veremos el qué

Arual dijo...

Tienes un premio en mi blog por cierto!!!

Alfredo Álvarez dijo...

Opino que estamos absolutamente de acuerdo y te felicitamos por tu post. En Galiza estamos muy asustados pq ya tenemos el modelo a seguir por nuestro gobierno. Nos están dando por todos los lados, en dos cursos más creo que Madrid va a ser un paraíso.

Anónimo dijo...

joer! no sé si se ha registrado el comentario o no que te he dejado antes, pero solo decirte que gracias por hacerme ver que como tu dices, las tutorias "son imprescindivbles". Tanto en mi epoca como en la actualidad, los niños a lso que doy clase -particulares dado que no encuentro trabajo de lo mio ni queriendo- me dicen que siguen las cosas sigendo igual, usandose las tutorias en casos estremos tales como peleas o en la eleccion de delegado, el resto son horas libres que genralmente coinciden a ultima hora por lo que se van antes, un placer y si quedó constantcia antes te lo digo ahora, un saludo de tu nuevo seguidor por blog y twitter y sobretodo felicitaciones por el blog, me gusta como escribes, un saludo!!

Unknown dijo...

Hola Fernando, yo pensaba que en Catalunya con la "consellera" Irene Rigau lo estábamos pasando mal. Pero ya veo que vosotros en Madrid con "Espe" lo teneis aún más crudo.
Sólo puedo decirte, como profe comprometido y como tutor vocacional, que si alguien se atreve a quitarnos la hora de tutoría debemos comunicárselo a los padres y madres y junto con ellos retar a un pulso a esta administración que, como bien dices, hace años que no pisa un aula. Hay que organizarse y hacer un gesto en favor de nuestro alumnado.

Suscribo tu entrada al 100%. Tu blog se está convirtiendo en un manual para aprender educación de nuestros tiempos. Continua con ello. Un abrazo desde BCN.

AHH dijo...

En mi opinión una tutoría significa findamentaente dos cosas: orientación y educación.
En primer lugar, orientación académica especialmente para 4 ESO y Bachillerato. La información sobre la elección de optativas, itinerarios, estudios universitarios y ciclos de grado medio y superior es fundamental. Si quitan las tutorías, ?qué tutor va a poder hacer eso? y cuándo? En las horas lectivas de su materia a costa de no acabar la programación? Quién va a informar a los alumnos si no es su tutor?
En segundo lugar la tutoría es educativa porque en ella se trabajan desde valores hasta resolución de conflictos pasando por cien mil cosas. Educación sexual, de consumo, de prevención de drogas o de valores democráticos son temas habituales en la tutoría. Y cada grupo es un mundo, con sus tensiones, conflictos, dudas, problemas, etc.
Que no haya tutorías repercute en todos los alumnos y en todos los profesores de cada grupo. Tampoco hay que olvidar a las familias, a quienes será difícil atender. Prescindir de las tutorias es, sin luga dudas, un sinsentido.

Santiago dijo...

De todo lo que está haciendo la Consejería esto es lo menos malo. La hora de tutoría es cierto que puede servir para todo lo que comenta este blogero y los tutores lo sabemos, pero también es una sucesión de horas y horas que tenemos que ir rellenando -sobre todo si desde jefatura pasan de ayudarnos y no nos proporcionan medios o proyectos. Y si la clase es un desastre es una hora terrible para cualquier tutor. Entonces estás solo...Resultado: que en parte respiraré aliviado como tutor. He trabajado estos tres años muchas horas para preparar tutorías... Utiilizaré mis clases para dar las horas con ellos que considere oportunas (futuro laboral o estudiantil, elección delegado ect), que será una o dos veces al mes. Se pierde algo, pero también se gana... en tiempo para preparar otras clases. En cuanto a lo demás... en fin, estamos jodidos. Yo ni siquiera sé dónde trabajaré el próximo año... no soy el único.