viernes, 8 de julio de 2011

Menos es... menos

Antes de que comiencen a leerlo, les advierto que este post se centra en un tema bastante impopular: los recortes que afectan al horario del profesorado. Impopular porque a la opinión pública se la convence deprisa de que el cambio apenas afecta a nadie y que nuestras protestas por esa ampliación de horas es solo un ejemplo más de lo vagos, perezosos y maleantes que somos. Ahora tiene más gracia, si cabe, la afirmación que hacía la semana pasada el responsable de PISA, asegurando que los docentes estamos "muy bien valorados" en la sociedad española. Sí, tanto como para que no se hagan jamás diferencias y todos caigamos en un mismo saco de generalización donde no se valora a quienes sí que creemos -con palabras y actos- en una educación pública y de calidad para todos.

Por si no están al tanto de las cifras concretas, les dejo este enlace , donde pueden leer ejemplos concretos de esos recortes en la Comunidad de Madrid. A priori, parece que no tuviera mayor importancia: 2500 profesores menos, lo que supone dejar a unos centenares de interinos sin trabajo (ahí es nada) y aumentar las horas lectivas de los que somos funcionarios de carrera. Pero el problema no es que nos aumenten las horas de permanencia en el centro (desde que empecé en la enseñanza paso allí -como muchos de mis compañeros- más de las estipuladas) sino en el aumento de las horas de docencia y en el no cómputo de trabajos que son esenciales para que la educación funcione.

De este modo, el aumento de dos o tres horas lectivas supone que cada profesor asumirá -como mínimo- un grupo más de alumnos (otros treinta, o más, gracias al aumento de la ratio en las aulas) y por tanto, hay que multiplicar el tiempo que ese grupo -esas dos o tres horas- nos llevará en casa. Podemos, claro está, limitarnos a llegar al aula, leer el libro de texto y pasar de todo (y no, no niego que haya quien hace eso), pero somos muchos los que enfocamos cada clase según el grupo, los que preparamos materiales propios, los que indagamos formas de llegar a nuestros alumnos, los que recogemos trabajos diaria y semanalmente, los que llevamos adelante un blog de aula, los que nos empeñamos en evaluar no solo mediante un examen sino mediante muchas más pruebas a esos mismos alumnos, intentando que su educación sea real, interactiva y continua, no un mero aprobado de exámenes parciales y finales.

Ese tiempo, en mi caso, hace que sumado el horario del instituto con el horario que trabajo en case supere, con creces -y sin pago de horas extra, claro- las 40 horas que trabajaba antes en la empresa privada. Además, en mis tiempos como asalariado editorial, no me situaba, hora tras hora, frente a treinta alumnos -adolescentes, no lo olvidemos- que son, a su vez, treinta vidas y treinta familias y treinta mundos que exigen, por parte del docente, dedicación, atención y esfuerzo. No existe el minuto muerto en el aula (salvo que quieras que esa aula se convierta en un caos inmediato), ni el momento en que se revisa la cuenta de e-mail, ni el reenvío de powerpoints tontorrones que, no me digan que no, sí existe en las empresas. No, cada cincuenta minutos de clase se viven con una intensidad que, les aseguro, no les iba a dejar indiferentes.

Como el año que viene tendré más horas de docencia, deberé dedicar más tiempo fuera de mi horario habitual para prepararlas, así que, en mi caso, no sé si podré seguir con dos actividades extraescolares para las que sí arañaba huecos -como podía- este año: la revista escolar y un grupo de teatro. Estas actividades extraescolares son, por supuesto, no remuneradas y recaen -únicamente- en el voluntarismo de quienes las hacemos. Como yo, en mi centro hay profesores que han fundado clubes de matemáticas, o que coordinan campeonatos deportivos, o que intentan que el centro tenga vida por las tardes para enganchar a los chicos y, de paso, ayudar a la conciliación vida familiar-laboral de las familias dándoles un sitio donde dejarlos haciendo algo productivo. Si el año que viene hemos de sacar aún más horas para nuevos alumnos -y, en las horas ya existentes, nos van a sobrecargar las aulas con un número mayor de chicos ychicas- no sé -realmente- de dónde vamos a sacar ese tiempo extra.

Pero ni siquiera asumiendo esa sobrecarga de trabajo se habrá solucionado el problema, porque como seremos menos profesores, los centros ya nos han advertido que tendrán que suprimir refuerzos y desdobles, es decir, que se acaba la atención a la diversidad y la división de aquellos grupos especialmente numerosos, difíciles o conflictivos. La excelencia -esa que tanto cacarea nuestra presidenta- se puede trabajar si agrupamos a los chicos, si podemos trabajar con ellos en aulas no masificadas, si se nos permite adecuar su nivel a cada materia. Pero ahora no habrá divisiones, ni laboratorios, ni prácticas, porque -sencillamente- no habrá profesores para ello. Todos estarán en la misma clase, todos a merced de su suerte y de lo que pueda y sepa hacer el profesor de turno, sin apoyo extra alguno ni para el docente ni, sobre todo, para el alumnado.

Además, las materias no serán impartidas siempre por especialistas en ella, pues la reducción nos obligará a muchos a impartir eso que llaman "afines" y que no son más que una estúpida falacia. De este modo, los de Lengua acabaremos dando clase también de Geografía o de Latín y los de Matemáticas de Biología o Química. Y no es que nos falten los conocimientos, pero sí la didáctica, que de eso trata la educación: no de saber mucho de algo, sino de saber comunicarlo. Yo, personalmente, manejo bien la enseñanza de la literatura y de los idiomas -pues me he formado para ello-, pero no la de la Geografía Humana y Económica del Bachillerato, por ejemplo, donde carezco de instrumental alguno.

Y el recorte no acaba aquí, porque no solo se deteriora -o se intenta deteriorar- el nivel académico, sino que se pone una traba esencial al funcionamiento de los centros al suprimir las horas destinadas tanto a las tutorías como a la gestión de departamentos o bibliotecas. De este modo, se reducen las opciones para que los padres visiten a los tutores, o para que los tutores hablen con los chavales, o para que se haga todo cuanto exige una tutoría bien realizada. Y lo mismo sucede con los departamentos, o con las bibliotecas, o con todo cuanto debería vertebrar un centro educativo para que hubiera una línea coherente y eficaz.

Puedo entender la crítica de quien dice que esas horas no se aprovechan -sí, siempre hay ejemplos donde eso sucede- pero en vez de suprimirlas habría que controlar a quien no las aproveche: incentivar, motivar y exigir, con eso no tengo ningún problema, pero exigir dando algo a cambio. Yo, desde luego, tengo claro que solo seré tutor contra mi voluntad el curso próximo, porque me involucro, porque me afecta, porque no estoy dispuesto a ejercer algo que, según la Consejería de Eduación, equivale a cero horas. Algo que te llevas a casa día tras día, algo que consiste en velar por los resultados de treinta alumnos de los que vas a conocer gran parte de su vida a lo largo del curso, algo que te implica hasta límites insospechados cuando hay un problema gordo -siempre los hay-, algo que a mí, en estos años, me ha dado muchas noches de insomnio y -en esto seguro que hay colegas que me entienden- también alguna lágrima ante situaciones familiares y personales imposibles. Esas cero horas son un insulto -terrible y durísimo- al trabajo tutorial, una de las labores que, si se fomentaran y apoyaran de verdad, serían clave para el éxito escolar de nuestros alumnos.

Así que no, no piensen que cuando nos quejamos de los recortes lo hacemos porque no queremos dar clase, o porque no tenemos bastantes vacaciones, o porque solo buscamos nuestra comodidad. No lo piensen porque no es cierto (muchos no nos quejamos por el recorte salarial porque creimos que era necesario, por mucho que nos haya perjudicado a nivel individual). A mí -y sé que lo mismo le sucede a muchos de mis colegas- me encanta el aula (es más, extraño a los alumnos cuando no les doy clase... soy así de raro), pero por eso mismo creo que no puedo plantarme ante la pizarra sin un trabajo serio y razonable, sin un montón de horas de trabajo previo que cada vez me son más irrealizables con horarios donde solo se busca que los chicos estén encerrados entre cuatro paredes durante unas cuantas horas, independientemente de lo que aprendan.

Asumiré como pueda el ascenso de horas y de alumnos, pero dudo que mis clases puedan mantener el nivel que he pretendido tener en estos años, que pueda leerme tantos trabajos de los chicos como les pedía hasta ahora, que pueda seguir haciendo con ellos tantas exposiciones orales (¿cómo oír todas sus voces en cincuenta miserables minutos si nos aumentan su número?), que pueda seguir con las experiencias creativas, que siga teniendo ganas de dedicar mis recreos o mis tardes a esas actividades que hasta ahora hacía en mi centro, porque seguramente esos veinte minutos de recreo -en los que ya no me van a dar refrescos, por cierto- serán el último resquicio que me quede a lo largo de cada mañana.

Definitivamente, no me preocupan mis condiciones laborales (tengo demasiados trabajos a mis espaldas como para no saber valorar lo bueno del actual), pero sí me enoja el desprecio hacia un trabajo -la enseñanza- en el que muchos nos dejamos gran parte de nosotros mismos. Lo que me preocupa es que la calidad educativa sigue relegada al último escalón de nuestras prioridades sociales y, encima, los recortes se venden con tanto descaro -y tan inteligente marketing- que resulta difícil que se entienda que esta no es una lucha a favor del gremio docente, sino a favor de lo único que realmente debería importarnos a todos los que somos comunidad educativa: los alumnos.

16 comentarios:

Alerta Educación dijo...

Este trabajo de difusión de la labor docente es lo que necesitamos. Muchas gracias.

Fernando J. López dijo...

Gracias, compañeros. Esa difusión es uno de los objetivos tanto de este blog como de mi novela ('La edad de la ira'), que trata muchos de estos temas del día a día educativo. Un saludo

EPIFANIO QUIROS TEJADO dijo...

Por supuesto que mienten sin despeinarse. Y en el artículo dé El País falta documentación. El ROC mantiene 18 horas lectivas y, en caso de aumentarse se disminuirán dos complementarias por cada lectiva que se aumente hasta 21, esto en la DAT Sur no se cumple nunca y cuando lo he denunciado a los sindicatos me respondían que lo sabían y no podían hacer nada. Por supuesto los profesores no se quejan, no se si por ignorancia o por comodidad. Además no es cierto que estemos 25 horas en los insititutos, estamos 27 horas de reloj, incumpliendo el ROC. De esta manera, las horas que dedicamos a preparar clases, actividades, vigilancia de recreos, claustros, evaluaciones, etc, no se computan o se computa menos por ellas. Que le pregunten a mi familia ¿cuánto tiempo dedico yo a mi trabajo en casa? Esto es hacer de lo excepcional, normal y eso no lo debemos consentir. Espero que entre todos hagamos fuerza, concienciemos a nuestros compañeros y esto no se lleve a cabo. SEría herir de muerte la educación y la enseñanza pública: http://iesyfol.blogspot.com/2011/07/indignaos-y-no-tragueis-profesores.html

Paracelso dijo...

Lo que relatas me es muy familiar. Soy profesor de universidad y el proceso es el mismo. N nos cuentan nada más que las clases presenciales, al tiempo que nos exigen que cambiemos a un sistema educativo (al dichoso plan Bolonia) que precisamente se caracteriza por el aumento en la formación no presencial, las actividades tuteladas y el trato personalizado al alumno. Todo eso a presupuesto cero inicialmente, y ahora pretenden incluso ahorrase dinero. Animo a todos.

Unknown dijo...

Pues sí tocayo, como ya hemos hablado varias veces, aquí lo primordial no son los profes, sino el alumnado. Y todos estos recortes lo único que hacen es perjudicar la calidad de la enseñanza pública. Es decir, degradar la calidad de la única enseñanza que muchas personas ,cada vez más, se pueden permitir.

Volvemos para atrás como los cangrejos. Tú y yo lo sabemos y lo decimos en nuestros blogs. Ahora sólo falta que las familias adquieran conciencia de ello, y tomen cartas en el asunto.

Cambiando de tema, veo que renuevas la imagen del blog. Me gusta, es limpio y agradable.

un saludo

Yolanda dijo...

Has expresado a la perfección el sentir de la mayoría del profesorado en estos días. Gracias por tu compromiso, tu coherencia y la claridad de ideas que se desprenden de tu artículo. A ver si poco a poco conseguimos hacer entender a la sociedad que la etiqueta de "vagos" e "insostenibles" que nos han colgado no es cierta, y que lo que estamos reivindicando no es el dar menos horas de clase, sino que no deterioren aún más la precaria educación pública madrileña.

patricia mayoral dijo...

Hasta el último punto estoy de acuerdo contigo. Me siento identificada al cien por cien.
Una profe de Plástica.

I. CAMACHO dijo...

Gracias, compañero. No se puede decir mejor. Somos muchos los que nos sentimos identificados con tus palabras. Si el año que viene nos limitamos a cumplir nuestro horario, ganaremos tiempo y salud. Pero eso sólo lo comprende quien lo vive desde dentro. Se avecinan tiempos de miseria e impotencia. Algo habrá que hacer para que el hundimiento total no se consume.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Gracias por poner por escrito lo que sentimos y pensamos la inmensa mayoría del profesorado madrileño. Espero que tus palabras sirvan, como poco, para evidenciar la verdadera naturaleza de nuestra labor y cuánto tiene de generosa y de esforzada y de absorbente.
Lo peor de todo es que presiento que nadie nos apoyará en esta lucha: parece ser que desde que aprobamos las oposiciones - e incluso desde antes - contraemos una deuda con la sociedad que es imposible pagar por mucho que hagamos. Da igual lo que hagamos: la sentencia ya está firmada.
Un saludo

JL García dijo...

Gracias por tan acertado e ilustrativo comentario, aunque me temo que quien no está metido en esto de manera vocacional no lo puede entender. Por otra parte, es poco menos que imposible oponerse al marketing y los medios de la Aguirre, que hacen que la mayoría de la población viva en la inopia sobre cómo se gestiona lo público, pues lo que vende es dar caña al funcionario. Claro que los hay vagos, pero que se tomen medidas, que la gran mayoría somos buenos profesionales y cualificados como procede.

Rosario Martin dijo...

Gracias, compañero. Imposible expresarlo mejor. Por mi parte, me temo que tendré que renunciar a tres proyectos en los que pensaba involucrarme durante el curso que viene, como bien dices, a costa de mi tiempo personal (incluso sacrificando la atención a mi propia familia). Entre ellos, el que más me emocionaba: un equipo de convivencia formado por todos los miembros de la comunidad educativa y con el que llevábamos ya trabajando 4 años. Pero con la puñalada que le han metido a las tutorías, esenciales para la buena convivencia en el centro, me parecería incoherente trabajar en este proyecto. Tenemos que hacer visible a las familias este desatino. Vienen tiempos muy duros y sombríos. Tendremos que usar toda nuestra creatividad y experiencia para defender lo que tanto amamos: la educación pública.

Pedro Caminante dijo...

Gracias compañero por poner voz a todo nuestro colectivo de un modo tan coherente, sensato y sobre todo, profesional. Soy profesor interino de Historia, y este año he sufrido en mis propias carnes lo de impartir "afines" (en mi caso filosofía y música). ¿Alguien se puede imaginar la angustia que supone para un docente el asumir que sus alumnos no están recibiendo la "excelencia" educativa a la que tienen derecho? ¿qué base tendrán con respecto a sus compañeros? ¿pueden hacerse una idea del número de horas invertidas en la preparación de las clases? ¿y de la pérdida de autoridad que supone el enfrentarse a un grupo de adolescentes sin dominar la materia?.

Novarado dijo...

Firmo totalmente esta entrada de blog.

Antonio dijo...

En el IES Máximo Trueba de Boadilla el día 19 de julio a las 19:00 concentración en defensa de la Educación Pública y en contra de los recortes de la Comunidad de Madrid


http://www.infoboadilla.com/cgi-bin/contenidos_publico.cgi?runmode=noticiacompleta&IdINFOMUNICIPIO=1&id_categoria=11&id_contenido=9449

Paloma dijo...

El desprecio del gobierno de Esperanza Aguirre hacia la Enseñanza y hacia los docentes no puede quedar impune, debemos responder. Os invito a visitar el blog del IES Profesor Máximo Trueba de Boadilla http://iestrueba.wordpress.com/ Es imprescindible que todos, votantes y no votantes del PP, sepan a qué nos enfrentamos a partir de estos momentos.

maria lujan dijo...

gracias por precisar el alcance e importancia de las medidas adelante y ánimo!