martes, 12 de abril de 2011

Aún menos

Nos hablan de excelencia. De calidad de enseñanza. Pero nadie se para a pensar en que esa calidad es imposible si se siguen dando situaciones como estas. Todas, por cierto, son reales y vividas en primera persona. Ahí van:

1. Reducción de grupos de Bachillerato en ciertos centros, pues es un "despilfarro" tener lo que las instituciones educativas llaman "medios grupos", ya sean de ciencias o de letras. Esta supresión trae consigo "grupos completos" de más de treinta alumnos. Este año, con las primeras reducciones, superábamos los 34-36 estudiantes por aula. ¿Llegaremos a los 40 el curso próximo?

2. Concesión tardía -aún hay centros públicos que siguen esperando- de la partida económica del curso vigente, obligando a los institutos a vivir de su remanente -si lo tienen-y provocando consecuencias tan curiosas como limitar el número de fotocopias o impresiones que pueden hacer los miembros del claustro para sus alumnos, pues no hay -literalmente- dinero para pagarlas. Imposible describir aquí los malabarismos que la junta directiva debe hacer para poder salir a flote.

3. Aumento de las horas lectivas -de 18 a 21- y supresión de la reducción horaria a los tutores. Si hasta la fecha, se considera que la tutoría equivale a dos horas -ecuación tan falsa como lamentable: un buen tutor ha de dedicar muchas más horas a su grupo-, ahora se pasa a considerar que equivale a cero horas, lo que -directamente- entra de lleno en el absurdo.

4. Reducción del cupo de profesores en los centros, de modo que será preciso suprimir desdobles y grupos flexibles, favoreciendo -como se puede ver- la atención a la diversidad dentro de las aulas -que, recuerdo, estarán más atestadas de lo normal.

5. Cumplimiento a rajatabla de la norma que impide sacar adelante optativas con menos de 15 alumnos, pues -como es bien sabido- un grupo de menos de 15 estudiantes podría aprender los contenidos con excesiva rapidez y eficacia, es más, podría llegar a ser excelente sin que les hubiera dado permiso para ello. De este modo, asignaturas que sirven de motivación a muchos alumnos -y que, a menudo, son un trampolín para engancharlos a los estudios cuando aflora el desánimo o la frustración- se verán borradas del programa en pro de los eternos refuerzos de lengua y matemáticas que, aunque ninguno lo admitamos, no suelen servir más que para que los chicos acaben odiando la asignatura supuestamente reforzada.

Con datos como estos, me cuesta creer que se esté apostando por la educación y, mucho menos, por la excelencia. En su momento, pude entender mi bajada salarial -esa que hemos sufrido los funcionarios- como una medida que, así lo quiero creer, beneficiaría a un país que necesita de un esfuerzo por parte de todos. Pero me niego a entender que se pueda recortar en lo que, queramos o no, constituye el futuro de cualquier país: la educación, la cultura, la investigación. Entretanto, hay quien -lejos de preocuparse por estos temas- se pelea por conservar el privilegio de sus cacahuetes-business y sus vuelos a Bruselas en primera clase. Y mientras ellos despegan, nosotros -profesores, padres y alumnos- seguimos viviendo un viaje lleno de obstáculos... en segunda.

7 comentarios:

Miguel dijo...

He descubierto este blog hace aproximadamente dos horas y no he podido parar de leer hasta ahora, que he abierto una nueva pestaña en el navegador para felicitar a su autor.

Especialmente valoro el interés que muestras por lo que se le pasa a tus alumnos por la cabeza. Y es que no puedo evitar pensar que hace cuatro o cinco años yo era como ellos. Pero ahora lo veo lejano, superado, como quien se cura de una enfermedad; un punto de vista ineficaz que creo que comparto con muchos adultos. De nada sirve tratar de educar o analizar su situación sin intentar comprender sus motivaciones.

Bueno, sigo con las entradas de febrero.

David dijo...

Hola, Fernando. Soy David, y te escribo en referencia a tu libro ("La edad de la ira), el cual he acabado de leer hace escasas horas.

Me ha parecido un libro redondo. Esquemáticamente perfecto. Bien presentado y, en opinión personal, muy bien acabado. (Si, como bien dices, algún día podremos saber qué ocurrió ciertamente ese Domingo).
He disfrutado muchísimo con la lectura, la cual, ciertamente, me agrada por su semejanza narrativa "a la americana".
Eso hace, creo yo, que el libro sea ameno y se disfrute por sus matices sencillos (a la vez complejos).

Tus puntos de vista sobre la educación, el entorno, la docencia, la adolescencia en sí, las preferencias sexuales, (¡Como si hubieramos de elegir!), la sociedad, etcétera, me han parecido de un hondo calado reflexivo. (Algo que, sinceramente, agradezco en lo que refiere al tema editorial.)

Mi pareja tiene una niña que cursa en instituto, y si bien es cierto que intentamos, en la medida de lo posible, entender esas hormonas en ebullición constante, si es cierto que no podemos quejarnos: es una niña dócil, con buenas y sanas amistades, y aunque le cuesta sacar un poco los estudios, ya me doy yo, personalmente, con un canto en los dientes. La niña es alguien muy empática y social. No da ningún problema que no sean los de su edad.
Me gustaría que leyera tu libro, la verdad. ¡Pero es algo, creo, improbable! No ha salido lectora. Lástima. Lo compensa, sin embargo, con otras aptitudes. Así que, buenamente, lo acercaré a la madre, que es lectora también.

No quiero extenderme en lo que tú muy bien explicas en tus líneas, pues da mucho para una buena conversa. Pero, realmente, incido en que lo has sabido presentar con una sencillez que asusta. Con algo que, a buen seguro, dejará estomago(y mente)a quien pertoque tal y como me lo has dejado a mí.

Si me lo permites, y con ello acabo, me gustaría incluir un post en mi blog, ya que agradaría poder hablar de tu libro más abiertamente en mi espacio. Y, por supuesto, recomendarlo encarecidamente a mis amigos / as escribidores.

Muchas gracias por compartir tu saber como profesor y persona. Por dar eso puntos de vista. Por dar voz a tu colectivo. Por dar bofetada al colectivo del que todos formarmos parte: la sociedad.
Y, lo más importante: por dar voz y cuenta al adolescente.

Y felicidades por el blog, que ya paso a guardar inmediatamente por entre los que leo y comento. (Y si te da por hacer "klic" en el mío, bien venido seas. Y si no, pues también)

Un saludo.

Fernando J. López dijo...

Gracias a los dos, Miguel y David. De verdad. Palabras como las vuestras hacen que merezca la pena seguir escribiendo. Un saludo.

Anónimo dijo...

... y que¿?? si a la hora de la verdad nos cagamos por la patita por no perder un día de sueldo...
esto es un gremio?? m avergüenzo d pertenecer a él por la serie de principios que tanto defendemos pero q nunca llevamos a cabo.

Fernando J. López dijo...

Anónimo, tienes toda la razón: luego, en las huelgas, la repercusión en nuestro gremio es mínima.
Por mi parte, este jueves pienso acudir a la manifestación que se convoca en Madrid en defensa de la sanidad y la educación públicas.
En cuanto a las huelgas, creo que habría que proponer un movimiento mucho más serio y continuado. Un día disperso y esporádico no consigue que se tome medida alguna. Tenemos que estar dispuestos a sacrificar más -yo desde luego, lo estoy- en pro de una educación de calidad. En contra de cuanto se están cargando ante el silencio general.
Gracias por tu aportación anti-victimista. Viene bien que nos recuerden que, quejándonos en voz alta y de brazos cruzados, no se consigue nada.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Acabo de terminar de leer el libro, me lo pasó una amiga, así que no he hecho gasto, lo siento. Me ha gustado, me ha entretenido y me ha ayudado a tener otra visión de la educación. También me ha abierto las puertas al blog.
También me dedico a la enseñanza, aunque tengo la suerte de trabajar en un instituto de un pueblo con unos chavales fenomenales así que no he visto muchos paralelismos con el libro, quizá alguno con los profesores, pero, por suerte aquí los profesores con ganas de hacer cosas y animados no son únicamente los recién llegados, no acabamos deprimidos pidiendo a gritos la baja y no nos tenemos que ir escondiendo de un ogro-director, nos lo pasamos bastante bien, creo que es la clave para trabajar a gusto.
No obstante, es una novela y si una novela o una serie de televisión contase el día a día del instituto seguramente no la leería o no la vería nadie.
Veo que por Madrid andáis muy quemados y como dicen "cuando veas las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar" no viene mal pensar que pronto nos llegará a nosotros. Así que hará que ponerse manos a la obra.
Un saludo

Un saludo

A. Martín dijo...

Fernando, tampoco yo puedo parar de leer :), supongo que yendo en tu mismo barco, echo de menos los mismos remos...
He vivido esas misma situaciones de las que hablas, es más, por lo que veo, mi comunidad- CYL- es aún más cicatera, pues nunca hemos tenido horas de reducción por ser tutores, cosa que jamás he entendido pues lo he sido siempre y siempre he visto que daba mucho más trabajo que una Jefatura que sí pagan y a la que sí reducen.
Y este año que, por fin soy Jefa, he comprobado con mayor tristeza aún, que nada les importa el aprendizaje, que lo único que interesa es el dato estadístico, que no abandonen, da igual en las condiciones en las que estén en el centro y que los mantengamos quietos y recluídos... solo a nosotros y a un puñado de padres les importa qué aprenden, lo demás son datos que sacan de su chistera desde un lejano despacho y que, sin el menor esfuerzo por su parte, nos exigen que cuadren a base de una obsoleta burocracia que nadie lee... es desesperante