martes, 1 de febrero de 2011

Abandono escolar

«—¿Y sirve para eso?
—La de ahora, no. La educación de ahora sirve
para que la mayoría de nuestros chicos abandone
antes de terminar el Bachillerato.
Sirve para que tengamos un porcentaje
de fracaso escolar simplemente escandaloso.
Y sirve para que mis compañeros
calienten sus sillas leyendo en voz alta
los libros de texto.»


Hoy hemos amanecido con una noticia terrible: España duplica la tasa europea de abandono escolar. Sin embargo, tampoco parece que este hecho pueda servir para renovar, de una vez, un sistema educativo obsoleto y arcaico, dominado por una estructura que no funciona y por unos currículos que precisan una revisión inmediata y profunda.

Como me comentaba una compañera vía twitter -ese lugar donde se puede acceder a un claustro virtual en el que hay muchas pequeñas islas docentes que sí están dispuestas a cambiar las cosas-, la solución será, una vez más, la de siempre: bajar el nivel para que los chicos puedan acabar la ESO sea como sea. Sin embargo, no se trata de niveles (nuestros chicos son capaces e mucho: solo hay que dejarles demostrarlo), sino de itinerarios, de caminos, de abrir vías que permitan que la formación realmente tenga algún sentido y sea, por fin, eficaz.

No sé cómo nos sorprende que nuestros alumnos abandonen la enseñanza cuando se les obliga a cursar una Secundaria cuyo segundo ciclo (3º y 4º) solo consigue dos efectos a cual más negativo:
1. Por un lado, no proporciona una base realmente útil a quienes desean seguir estudios universitarios, lo que les obliga a cursar un Bachillerato asfixiante en tan solo dos años -nueva piedra en su formación y nueva etapa de abandono masivo de las aulas- para recuperar cuanto no hicieron o vieron en cursos anteriores.
2. Por otro, tanto las materias como sus contenidos curriculares son absolutamente improcedentes para el sector del alumnado que desea optar por una formación mucho más específica y profesional, por no hablar de aquellos chicos que poseen dificultades de aprendizaje por muy diversos motivos: trabas con el idioma, situaciones familiares desestructuradas, etc. Para este último grupo, 3º y 4º de la ESO son, simplemente, imposibles, salvo que se opte por ese cajón de sastre que es la diversificación y donde se terminan abarrotando los grupos -que, en teoría, deberían ser pequeños y reducidos- con chicos que ya han superado el límite de repeticiones por curso y a los que hay que salvar como sea, desvirtuando así la función inicial de esta opción.

En mi materia, por ejemplo, resulta ridículo plantear contenidos como la literatura medieval o barroca en 3º de la ESO, asumiendo -erróneamente- que esos conceptos son esenciales para su vida futura. En este sentido, no se trata solo de modernizar los medios, sino de analizar el fondo y de plantear vías y recorridos adecuados a una sociedad que demanda otro tipo de profesionales. Personalmente, no sé que beneficio va a tener incorporar la pizarra digital a las aulas si los contenidos no varían también, pues me resulta del todo absurdo seguir proyectando -on line o no- los temas que damos actualmente y que, grosso modo, poco difieren de cuantos yo estudié en el BUP. Así se llega a absurdos como seguir presentando el tema de los textos periodísticos como si internet jamás hubiese llegado a nuestras vidas, o mencionándola de pasada cuando ahora mismo deberíamos dedicar más clases a trabajar cuestiones como los hipervínculos y el nuevo periodismo a través de blogs y redes sociales que a releer la archisabida canción de Espronceda o el pasaje del Cid y el león.

Desde el momento en que la educación es obligatoria hasta los dieciséis años no podemos seguir defendiendo un sistema que propugna una estructura curricular muy similar a la de ese extinto BUP, sino que habrá que encontrar fórmulas que permitan que los chicos se distribuyan según su perfil y sus inclinaciones, en vez de condenarlos a asistir a clases en las que cada vez se pierden más y donde nada obtienen.

Y sí, puede ser utópico -aunque no sé si deseable- pensar que todo alumno de quince años debe ser capaz de identificar una proposición subordinada adverbial impropia (tarea esencial donde las haya), pero -honestamente, y a pesar de que adoro la lingüística- dudo mucho que ese hecho lo vaya a convertir en un ciudadano o en una persona crítica y válida desde el punto de vista intelectual y, por qué no, también profesional. Dudo mucho que compense condenar a ese alumno al ostracismo educativo si es incapaz de meter las subordinadas en cajas, dudo mucho que deba suspender o repetir 4º de la ESO por no hacerlo, dudo aún más que deba seguir suspendiéndolo hasta obligarle a abandonar si no lo ha conseguido y, en definitiva, dudo que no se pueda plantear otra alternativa donde la ESO no sea un callejón sin salida -lleno de obstáculos- para quienes necesitan otro tipo de formación.

Mientras no dignifiquemos la formación profesional, no renovemos el currículo, no se fomente la figura y el papel del orientador, no se conciba la motivación del alumnado como algo esencial en el día a día en las aulas (¡claro que aprenden si les motivamos!), no se recicle a un profesorado que, me temo, sigue queriendo dar su antiguo BUP, no se premie de algún modo la implicación de aquellos miembros del claustro -pocos, claro- que hacen siempre de más a cambio de nada y, por último, mientras no se nos deje hablar en esas reformas a los docentes que, mejor o peor, seguimos a pie de aula, seguiremos consiguiendo que nuestros alumnos abandonen la ESO, así como que los centros no alberguen -como pasa ahora mismo- más de uno o dos bachilleratos en su interior.

Ojalá el lanzamiento de La edad de la ira -que sale ya este viernes y en la que se habla, desde muchos y muy diversos puntos de vista, de todos estos temas- sirva para que, al menos, haya quien tenga ganas de opinar y debatir al respecto. De la polémica -si es constructiva y abierta- siempre surgen ideas. Y eso es lo que ahora necesitamos: ideas y acciones para salvar un sistema -y una generación- a la que estamos condenando a un fracaso que, desde luego, no se merecen.

3 comentarios:

Arual dijo...

Qué triste noticia la verdad! Y a mí me ha pillado con el lío de mirar coles para mi hijo, es desalentador.

Anónimo dijo...

En uno de los últimos números de la revista que publica el Ministerio un "pensador" avala la tesis de que el problema es que el nivel es demasiado alto y por supuesto, culpa a los profesores y a su demasiada formación de ello. Nada de reflexionar sobre los currículos, la metodología, la inversión en recursos, nada de eso.
Me parece desastroso que ese tipo de artículos se cuelen en publicaciones epecializadas y en las mentes de nuestros dirigentes. Hay que impulsar voces alternativas y con visión progresista ya.
Gracias por el post, porque la difusión y absorción de estas ideas con tan poca base es una de mis preocupaciones. Ojalá la novela, además de como inteligente entretenimiento, sirva como elemento de reflexión y debate.
Besos

Sinclair

Fernando J. López dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, Sinclair...