domingo, 3 de octubre de 2010

Lo suyo es puro teatro

Hace un par de entradas, mi gran amiga Sinclair -excelente profesora de matemáticas, por cierto- me comentaba que en este blog no había, de momento, espacio para los logros. Para esos momentos que hacen que esto de la educación sí que tenga sentido. Y, como casi siempre, Sinclair -cómo se te echa de menos...- tenía razón, porque durante estos primeros días del curso he estado tan ocupado defendiéndome de los embates -negativos, egoístas y mezquinos- de cierta parte del entorno docente, que me había olvidado de mencionar lo mejor de todo: los alumnos.

Y, siguiendo con la (diminuta y vivencial) línea de esta página, me quedaré con un pequeño ejemplo personal y que, desde luego, no pretende dar lugar a ninguna clase de generalización. Un ejemplo que tiene el nombre de unos veinte chicos y chicas de entre 4º de la ESO y Bachillerato que acudieron, la semana pasada, a una reunión para montar un grupo de teatro en el instituto.

La idea ni siquiera fue mía -sino suya: ellos me pidieron organizarlo- y los convoqué a una hora imposible -a séptima: de 2.15 a 3.20- y un día absurdo -el martes. No creí que muchos aguantaran ese primer obstáculo (¿regalar tiempo -justo antes de irse, por fin, a comer- para algo que no sirve para subir nota?) y, sin embargo, los veinte -muy diversos, muy heterogéneos, muy positivos- estaban allí, con una actitud que solo puedo calificar de entusiasta. Les pinté con crudeza el proyecto: se les exigiría -de forma estricta- asistencia semanal o, de lo contrario, pasarían a ser sustituidos; se haría un severo casting para distribuir los papeles; se les pediría un trabajo serio y responsable, casi adulto; se abordaría el trabajo de un texto clásico (Molière, por ejemplo) para profundizar en ciertos aspectos que la asignatura de teatro de 3º no permite ni siquiera rozar... Mi lista de exigencias me sonaba dura hasta a mí, pero sé que sin compromiso no hay forma de sacar el teatro adelante (son muchos años ya -¿eso quiere decir que estoy madurando?- al frente de mi propia compañía). De nuevo, volvió a sorprenderme su reacción: no solo estaban de acuerdo, sino que al día siguiente había aún más alumnos interesados en dedicar parte de su tiempo a una actividad que no aparecerá en su boletín de notas.

Podría no hacerlo, podría cobijarme en el recorte que hemos sufrido en la enseñanza pública y protestar así, pero sería injusto. No puedo protestar perjudicando a alumnos con tantas ganas de hacer cosas. De crear. De investigar. Y de convivir. Resulta absurdo, claro, pensar que este año voy a cobrar menos -la famosa bajada...- y a trabajar más. No solo por la hora extra que ya tengo, ni por la revista del instituto -que también coordino yo y que no sé cómo vamos a hacer este año sin la fabulosa profesora de Plástica, y buena amiga, que tanto se implicó con esa aventura-, sino por esta nueva hora teatral que ni siquiera aparecerá reflejada en mi horario. Que no aparecerá reflejada en ninguna parte, porque a la administración no le importa demasiado este tipo de cosas. ¿Teatro? Vaya mierda, teatro. Como si fuera eso lo que necesitamos, parecen decir. A la administración, que es un ente muy serio, le importan las pruebas de diagnóstico. Los fill-in-the-gaps. Y todo lo que se haga tipo test. Ah, y también la PAU. Todo lo que sea numérico y, a ser posible, burocrático. Igual que en la cuarta temporada de The wire, ¿les suena? (Si no, corran a verla, por favor).

Es, ya lo advertí, un ejemplo pequeño. Y ni siquiera sé si conseguiremos montar realmente algo (este martes es nuestro primer día de trabajo real). Pero solo la reunión de la semana pasada ya me sirve para darle sentido al hecho de que mañana sea (de nuevo lunes). Porque seguiré sin sentirme cómodo en la sala de profesores (con excepciones, claro..., que en las cañas de los viernes siempre hay una gente estupenda en más de un sentido), pero disfrutaré cada minuto -siempre lo hago- en cada clase.

Gracias, Yol, por hacerme pensar un poco en ello... De verdad.

P.S. Para el reverso amargo me guardo, de momento, la publicación de un post de mi amigo Óscar. Otro testimonio de cómo la generosidad o el sentido común no son virtudes habituales en los claustros.

3 comentarios:

Arual dijo...

Yo también celebro este nuevo proyecto, seguro que lo sacas adelante con estos chicos, ya verás como en breve nos hablas de los progresos.

Anónimo dijo...

Pues sí, somos tan voluntaristas que a veces parece que hacemos huelga a la japonesa.
Los chavales saben de la excelente labor que hiciste el año pasado con el grupo de teatro y les ha llamado, claro que sí.
Me parece muy importante que en los medios se refleje que tenemos una jóvenes con magníficas cualidades, implicados, con intereses y con ganas de moverse y emocionarse. Que los Ni-ni, los profesores antisociales y los padres escapistas no sean lo único que se muestre desde los medios. Que muchos de los otros están/estamos en la pública y que nuestro trabajo merece mucho la pena.
Gracias, guapo.
Un besote y ánimo!

Sinclair

Castro dijo...

Enhorabuena por tener gente tan entusiasmada con un proyecto.
Da gusto ver a gente que le gusta trabajar!