sábado, 8 de enero de 2011

PISA y la (in)comprensión lectora

La semana pasada estuve confeccionando un dossier con titulares de prensa -como el que encabeza este post- y citas de mi novela para que la editorial pudiera hacérselo llegar a los medios cuando La edad de la ira esté en las librerías. En muchos de los titulares que encontré se insistía, una y otra vez, en la misma palabra: PISA. No se explicaba con precisión en qué consistía ese sistema de medición del aprendizaje, pero sí que se sacaban conclusiones precipitadas y tremendistas que pudieran llenar las páginas de los diferentes diarios.

Una de las destrezas que mide este sistema es la competencia lectora. Este fue, precisamente, mi primer trabajo como autor de libro de texto hace ya unos años: elaborar un método de lectura comprensiva basado en los planteamientos de PISA. Y quizá, por ello, porque lo he vivido como autor y como docente, tengo una idea un tanto contradictoria sobre este asunto.

Por una parte, es cierto que nuestro sistema tiene enormes deficiencias y que, sobre todo, fomenta la mediocridad, pues no se nos dan los medios suficientes -ni horas, ni profesores-, y la atención a la diversidad (ya sea la de aquellos que no llegan al nivel medio o la de quienes lo sobrepasan) se convierte en una pura entelequia, en algo que -lamentablemente- se hace poco y mal (con las excepciones voluntaristas de siempre, claro).

Pero yendo más allá de comparaciones ridículas -es estupendo saber que la educación secundaria funciona mejor en países donde no tiene 34 alumnos por aula, por ejemplo-, habría que plantearse también si el modelo de PISA es, en realidad, el que nos interesa. Personalmente, y en lo que se refiere a la cuestión lectora, no lo tengo tan claro.

Mis dudas se deben a que este sistema predomina la obtención de información objetiva -lo mecánico, lo productivo- sobre la inferencia y la creatividad. Sí que hay una parte inferencial en ese proceso -es una de sus fases- pero resulta ridícula al lado de la importancia que se da al tratamiento mecánico y acrítico del texto. No se valora la recreación, la interpretación, la personalización, la vivencia del texto como algo más que una mera sucesión de datos que el alumno debe saber ordenar, resumir, colocar y organizar.

En una sociedad como la actual, donde vivimos rodeados -inundados- por la información (en todo tipo de fuentes y formatos) seguimos sin enseñar a los alumnos a enfrentarse a esa nueva realidad: discernir contenidos, seleccionar fuentes, buscar guías y sendas hacia aquello que deseen saber, conocer, investigar. En PISA proponen actividades sobre textos como los manuales de instrucciones con el fin de que los chicos demuestren que son capaces de entender cómo se maneja un teléfono móvil o cómo se enciende una lavadora. A cambio, dudo que PISA pueda valorar si entienden y podrán llegar a emocionarse con las Instrucciones para subir una escalera de Cortázar.

No se puede pretender que nuestros alumnos lean mejor si no se varían los métodos, si no les ayudamos a aproximarse a los textos como adultos (al menos, como los futuros adultos que son), si no les damos instrumentos para la deducción, para el análisis, para ser capaces de ver si una noticia periodística tiene o no ciertas connotaciones, para discernir por qué una novela es o no literaria, para ser capaces de producir sus propios textos y entender la literatura como parte esencial de su -nuestro- acervo vital y cultural.

Cierto: los titulares de PISA revelan una realidad incontestable: el lamentable estado de la educación secundaria en nuestro país y el nulo interés que dicho problema genera no solo a la clase política, sino a la sociedad en su conjunto. Pero quizá habría que plantearse si la lucha contra esa mediocridad en la que nos hemos instalado debe hacerse desde esos u otros planteamientos: ¿PISA es la solución?

Personalmente, creo que quiero ir a una sociedad donde los lectores sean capaces de seleccionar, valorar y juzgar críticamente la información y no donde solo sepan entender con precisión las instrucciones de su ipad. Es más, dudo que nuestros alumnos necesiten leer una sola página de esos -casi siempre mal escritos- manuales.

4 comentarios:

lopezsanchez dijo...

Plas, plas, plas. Mi aplauso, señor Cinephilus

Arual dijo...

Acertada reflexión querido Cinephilus. Aiss qué ganicas tengo de tener tu libro en mis manos ya!!

Serfabiano dijo...

Leyendo tu blog me has recordado a las palabras de Ken Robinson. No se si le conoces, pero es un educador inglés que durante los últimos años ha estado intentando promover una reforma de la educación. Te dejo un enlace a una de sus charlas, la cual espero te parezca interesante.

http://www.youtube.com/watch?v=zDZFcDGpL4U

Espero también que no tengas problemas con el inglés, pero en www.ted.com puedes encontrar otras charlas suyas con subtítulos en castellano.

Fernando J. López dijo...

Muchas gracias por el enlace. Muy interesante. Un saludo