Por eso, el otro día, cuando acabamos las clases de ese nivel para dar comienzo a los exámenes finales que antecederán a la Selectividad, tenía un discurso preparado. Porque necesitaba decir que este año he aprendido muchísimo -de ellos, claro-, que les echaré de menos, que ha sido un placer ver crecer a algunos de ellos -qué distintos de aquellos tercero y cuarto de la ESO donde les conocí-, que ha sido un lujo contar con gente tan implicada, tan motivada, tan excelente -en el más humano y profundo de los sentidos-, que han conseguido que me olvidara de lo absurdo que es el planteamiento curricular de este nivel -un imposible para ellos y para nosotros-, que me han recordado lo mucho que me gusta dar clase, que me han hecho llegar al aula cargado de energía cada mañana, que espero que mantengan su ánimo crítico y sus ansias de conocerlo todo incluso cuando el tiempo -ese enemigo de la curiosidad- les empiece a pesar.
Sí, tenía un discurso preparado, un pequeño momento de agradecimiento a un grupo de alumnos tan diverso como especial, un grupo de chicos y chicas a los que voy a extrañar -igual que sigo echando de menos a esos alumnos que se fueron antes pero que dejan algo suyo en nuestra memoria. No sé si con el tiempo me resultará más difícil mantener los recuerdos -tantos nombres, tantos pupitres, tantas vidas-, pero por ahora dispongo de muchos rostros e iniciales en esos compartimentos de la memoria emocional, la que me devuelve -en días grises y lluviosos, como el de esta tarde- la parte que más me gusta de mí mismo (la misma que olvido cuando el eterno inseguro que soy no dispone de un espejo ajeno a sí mismo en el que mirarse).
Pero cuando dejé la tiza y empecé a hablar cargado de argumentos y de ideas, sentí que se me quebraba la voz -nunca me había ocurrido eso- y tuve que sintetizar mi discurso en una línea: "Para mí ha sido un curso estupendo." Así de simple. De poco elaborado. Casi pueril... Pero en esa voz que se quebraba tomé conciencia de hasta qué punto me ha marcado emocionalmente este año -todo lo en él vivido, todo lo luchado- y de cómo quizá ya no vuelva a ser el mismo que era hace no tanto tiempo. Cómo el aprendizaje no es unidireccional, sino complejo y múltiple, un proceso en el que todos jugamos un papel y en el que, en esta ocasión -en este curso ya casi extinto-, he disfrutado profundamente la partida.
5 comentarios:
Enhorabuena por todo lo que significa esa emoción. Sé de qué hablas y te deseo muchos finales de curso así, muchas despedidas como ésta.
Por cierto, en el Barrio de Loranca te esperamos impacientes. Hasta el día 30. Saludos.
Muy emotivo lo que escribes. Seguro que tus alumnos compartieron esos sentimientos pues te deben querer un montón.
Te tengo en facebook y de nuevo comento x aquí para mostrarte mi admiración por La edad de la ira. No hace mucho estaba en la ESO (4 años) y Marcos, Sandra, Raúl, el Darío demasiadas cosas que parecen ser demasiado reales.
Bueno Fernando, ya que hoy ya te he comentado que sigo tu blog, a partir de ahora ya no lo haré como anónimo! Me parece genial que luches por cambiar lo que crees que no es como deberias. Creo que es precisamente esa actitud positiva e inconformista la que provoca la reflexión, la mejora.
Y respecto a lo de tus clases yo creo, como alumno tuyo, que lo que hace que la gente que te escucha en clase se interese es la pasión que transmites y las ganas de aprender tú también de la gente, algo que considero imprescindible en cualquier persona (tenga la edad que tenga), y que provocaa que los alumnos se sientan escuchados.
Un abrazo.
Hola Fernando qué año tan emocionante, espero que este final de curso te traiga el principio de un gran recorrido como novelista. Porque aún creo en la justicia, y creo que es justo que los que escriban bien encuentren ecos. Tengo la suerte de tener algunos buenos amigos, una de ellas me regaló tu libro por mi cumpleaños, llevaba tu dedicatoria, es una persona que comparte tus cuitas docentes. No lo leís inmediatamente, pero cuando lo inicié ocurrió que no pude compartir mi tiempo lector con otros autores, me absorvió. Es muy bueno, por muchos motivos porque está muy bien escrito, porque es ágil porque es claro y tienen profundas reflexiones, porque profundiza en los personajes, porque no cae aburridos lugares comunes, porque aunque intuyes que nunca se resolverá el misterio, la vida no solo del protagonista sino de todos y cada uno de los personajes que lo acompañan te seduce. Lo he pasado muy bien y muy mal leyendo tu novela, porque todo lo que cala duele un poquito, y por eso lo regalé a una tutora que lo merecía, y porque los libros es mejor regalarlos a quien sabes que los va a leer . te adjunto su comentario. Enhorabuena y suerte en la feria del libro , no dudo que estarás firmando, ah! me encanta la foto de la portada.
"Hola Mª José Lo primero, muchas, muchísimas gracias por el libro. Me hizo una ilusión tremenda. Además, has dado con una lectora voraz, así que anoche ya me lo terminé. Me ha encantado. Y en cuanto al retrato de cómo son los institutos públicos hoy en día, las reacciones, motivaciones y posicionamientos de los distintos profesores, el funcionamiento de un claustro, los comportamientos de los estudiantes, los casos de racismo, homofobia, las limitaciones (personales, por parte de las familias, las que vienen de "arriba",...) con las que nos encontramos, etc, todo está perfectamente reflejado, y con mucha maestría. Lo circularé, como me sugerías, y como hago con los libros buenos y que me tocan por dentro".
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