Las juntas de evaluación deberían ser un espacio para la reflexión no solo sobre el nivel de nuestros alumnos sino, además, sobre el ejercicio de nuestra propia labor. Sin embargo, estas juntas -y hay algún ejemplo de ellas en La edad de la ira- se resumen en una serie de reuniones apresuradas donde se repasan los resultados de los alumnos como si fueran un listado telefónico haciendo -las más de las veces- observaciones inanes sobre su conducta o su rendimiento: Ejemplo: A Fulanito le quedan seis. Propuesta didáctica: Pues que trabaje más... En mi caso, además, he visto a más de un compañero meter prisa al tutor para que acabe cuanto antes o incluso salir del aula mientras el delegado -bastante presionado por la presencia ante él de todo el claustro- intenta exponer las quejas de la clase -que, por cierto, más de un profesor avasalla aprovechándose de la diferencia numérica que proporciona ese insólito momento.
Para colmo, resulta inhabitual -yo, por lo menos, no he asistido prácticamente a ninguna junta donde eso suceda- que la evaluación se haga en vertical y no en horizontal, es decir, que en vez de limitarnos a sumar las materias que ha suspendido cada alumno, sumemos el número de suspensos de cada materia. El hecho de que en un grupo que va relativamente bien, haya un porcentaje mayoritario de alumnos que no supera una asignatura debería, cuando menos, abrir una reflexión y un debate, pero esto no sucede, pues tomamos cualquier comentario a la defensiva (ya lo decíamos en el post anterior) y lo entendemos, no como una propuesta de mejora (¿no podemos aprender de quienes trabajan con nosotros?), sino como una injerencia en nuestra labor.
En el fondo, seguimos pensando que los buenos profesores suspenden mucho y dan notas muy bajas -porque son muy exigentes- mientras que los malos hacemos todo lo contrario, hasta el punto de que, en estos años, algún colega me ha insinuado que doy notas altas porque pido un nivel más bien bajo a mis alumnos. Lo cierto es, sin embargo, que mis alumnos alcanzan un nivel más que notable en el comentario y la interpretación de textos, en la lectura activa, en la redacción o, en el caso de mis clases de alemán, en la competencia comunicativa en esa lengua que, al principio, tan ajena y extraña les resulta. Y debo de ser un raro, porque cuando en un grupo me suspenden muchos alumnos o me sacan muy malas notas, no dejo de preguntarme por qué y de buscar motivos que puedan permitirme superar ese fracaso (tanto suyo como mío), convencido de que habré hecho algo mal o, cuando menos, de que habrá algo que pueda hacer mucho mejor.
No se trata de responsabilizar al profesor del número de suspensos (tampoco se puede caer en ese análisis simplista), sino de asumir que esa responsabilidad es compartida y no puede recaer solo en el alumnado, pero para ello deberíamos autoevaluarnos y hacer ese examen en vertical que nos permitiese llegar a conclusiones más o menos válidas y a acuerdos y tácticas más constructivas. Habría que plantearse si el modelo de examen es adecuado, si las clases son motivadoras, si estamos consiguiendo una verdadera comunicación con los alumnos, si hay algún problema de base en ese grupo, si existen circusntancias -ajenas o propias- que afecten a nuestra labor y a la de los alumnos, si los padres están realmente implicados en el estudio de sus hijos, si... En definitiva, habría que hacer algo más que limitarnos a leer la lista con sus nombres y sus calificaciones, en un ritual que no sirve más que para llenar un par de tardes al trimestre, como si con eso se pudiera juzgar -¿en serio lo creemos?- el progreso educativo de nuestros chicos.
Gracias. No sabes como te entiendo. Llevo 27 años dando clase y cada vez que toca evaluación cojo un cabreo impresionante. Incluso algún "docente" sonríe irónicamente cuando un alumno o alumna suspende 7 materias, comentando: "ya os lo decía yo, que no hace nada ..."
ResponderEliminarLo único que me motiva en mi trabajo es mi alumnado, y estoy contigo en que se debía hacer más evaluación horizontal.
Un saludo
Gracias primero por tu libro, me atrapó en la primera línea y me emocionó en su recorrido. Vengo de abuelos, padres y hermanos dedicados a la docencia. Yo misma he dado clase en la Universidad dos años, antes de pasar al sector Bancario. Tengo claro que un profesor implicado y motivador tiene mucho que ver con lo que ocurra con el desarrollo intelectual de una persona.
ResponderEliminarEs un placer leer que hay quien se resiste a renunciar a emocionar y emocionarse con algo tan vital como es la enseñanza.
Te apunto como uno de mis escritores favoritos. Me alegra haber descubierto este blog.
Muchas gracias, José Manuel, me alegra sentirme acompañado en estos planteamientos. Es un honor tener compañeros así por este blog, de verdad.
ResponderEliminarMercedes, no sabes cuánto me emociona tu comentario. No hay nada tan satisfactorio como saber que un lector se ha sentido implicado en la historia de la novela, que la ha hecho suya y, sobre todo, que la ha atrapado durante su recorrido. Un saludo lleno de cariño
Es cierto que estas situaciones se producen.
ResponderEliminarEn mi caso, si no aprueba un cierto porcentaje me replanteo totalmente la metodología. No todos los grupos funcionan igual y la flexibilidad es fundamental en el aula.
Besos
Cuando se aprueba una asignatura mayoritariamente ale, se piensa que es una maría o que el profe es un blando, y nunca se piensa en el trabajo que ha podido desempeñar ese profesional motivando a sus alumnos, es así de triste desde luego. Aún con todo solo los profesores motivadores quedan en el recuerdo de los alumnos y sólo en sus clases se aprende de verdad. Mi profesor de matemáticas de 1º de LADE era fantástico y aunque su asignatura era de las más complejas aprobé y muchos alumnos más lo hicieron igual que yo. Pero en otra clase la misma asignatura fue suspendida casi mayoritariamente porque la profesora era un verdadero ladrillo. No me extraña que "enfermes" en las juntas de evaluación.
ResponderEliminarDe verdad que la evaluación siempre esta en debate, sin embargo l@s profesores de preescolar que es el nivel en el que estoy, no reprobamos ¿Porqué? no porque el nivel sea mas sencillo, pero tomamos en cuenta aspectos mucho más cualitativos, en que momento se pierde este aspecto y se da más importancia a los contenidos?no lo se, pero pareciera que mientras más peso le dan a la evaluación el alumno piede más interes en las clases. (y ya sólo lo que importa es un número) ¿Quién no recuerda los días felices del preescolar, en donde la evaluación no parecia importar al contrario todos los niñ@s querían participar? No hay que olvidar que el interes genera motivación y allí se sustenta el aprendizaje(PEP 2004) En qué queremos generar interes? finalmente la evaluación debe cumplir su proposito de formación y ser la base para la toma de desiciones, y no ser un instrumento de poder por parte del docente. Bien utilizada la evaluación es un indispensable recurso didáctico, sólo eso.
ResponderEliminarDesde que empecé en esto de enseñar tengo presente una frase: Un alfarero hace unos jarrones bellísimos, pero de cada 10 jarrones que hace, se le rompen 7. No nos engañemos: ese tío no sabe hacer jarrones.
ResponderEliminarSoy una madre que sufre la adolescencia de un hijo de 15 años.
ResponderEliminarDespués de una primaria excelente y dos cursos de la ESO bien. Este año por motivos de cercania ha cambia a un instituto nuevo, el cual se distribuye en: 3 clases de 1º ESO, dos de 2ºESO y 1 clase de 3º ESO.
DESARROLLO DEL CURSO:
1º evaluación 175 suspensos en el aula de 3º con 26 alumnos Y 11 asignaturas. Una media de 7 suspensos por alumno.
2ª evaluación 160 suspensos.
Una media de 6 suspensos por alumno
3ª evaluación hoy nos reunen a todos los padres para darnos las notas.
Mi hijo ha suspendido hasta atención educativa (que en el 1er. trimestre y el 2º trimestre no era evaluable.)
Cunclusión:
Evidentemente mi hijo no ha hecho lo que debía pero en el centro algo no funciona.
Quería agadecer a todos los profesores (que estoy segura que son la mayoria)por tratar a los alumnos como personas y no como números. Creo que hay que utilizar mucha mas la psicologia con los chavales ya que no dejan de ser niños en cuerpos de hombres que no se plantean su futuro y hay que darles un empujoncito. Gracias a todos.
Estimada anónima: no puedo estar más de acuerdo con lo que dices. No se puede evaluar a los alumnos como si fueran números y, desde luego, un nivel tan alto de fracaso merece un proceso de autocrítica y autorreflexión por parte del centro. Los chicos no son los únicos culpables, pero sí resulta más fácil cargar las tintas contra ellos... Mucho ánimo. Espero que tu crío remonte. Un fuerte abrazo y gracias por compartir tu experiencia en este blog.
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