lunes, 15 de noviembre de 2010

La PAU y el exterminio de los lectores

Hasta el momento solo lo sospechaba. Pero hoy ya es oficial. Al fin he podido comprobar que las comisiones de sabios -porque lo son, sin duda- que elaboran los exámenes de acceso a la Universidad tienen un único objetivo: exterminar de una vez por todas a ese extraño grupo humano que denominamos lectores, una tribu de resistentes a lo Blade Runner que se empeñan en disfrutar de los libros en lo que, sin duda, constituye un terrible atentado contra los más elementales principios de nuestra contemporánea, belenista y analfabeta sociedad.

¿Y cómo se consigue acabar de raíz con ese vicio tan extendido de la lectura? Pues pervirtiendo asignaturas que, en su origen, podrían motivar a los alumnos para que se acercaran a esos objetos peligrosos llamados libros y convenciéndoles de que no encontrarán en ellos nada que no sea rancio, obsoleto, aburrido y tedioso. Un plan maestro, ¿no les parece?

Así, esta tarde, he asistido a una interesantísima -doblen el ísima si lo prefieren- reunión en la Universidad Autónoma donde se nos ha presentado el nuevo modelo del examen de Literatura Universal para la PAU (Prueba de Acceso de la Universidad) 2011. Dicho modelo -que se basa, cómo no, en un comentario de texto semicanónico y en el vomitado posterior de un tema convenientemente memorizado por los alumnos: los métodos educativos evolucionan que da gusto, como ven- va a acompañado de un listado de lecturas obligatorias que demuestra con cuánto tino disparan estos francotiradores de la literatura.

Ya el año pasado, las Universidades -al menos, las madrileñas- comenzaron con su extermino oficial de lectores, prohibiendo -en un acto de lo más orwelliano- la presencia de cualquier texto sospechoso de ser literario en el comentario de texto de Lengua y Literatura Española II -asignatura de la que se pide un nivel entre patético y risible en nuestra actual Selectividad-; pero no contentos con ello, este curso han decidido acabar con los pequeños grupos rebeldes que puedan existir en ese foco de Resistencia llamado Humanidades y Ciencias Sociales. Esos que se empeñan en hacer Literatura Universal y que creían que allí podrían dar rienda suelta a su sucia adicción intelectual.

He aquí algunas de sus técnicas disuasorias, por si alguien quiere imitar dichos procedimientos:

1. Se han de leer tres de las novelas cortas del Decamerón y, curiosamente, se obliga a los alumnos a aproximarse a tres de los relatos más anodinos, tristes, moralistas y aburridos de todo el libro. Ninguno de ellos tiene ni el más mínimo rastro del humor, del vitalismo y del erotismo (¡no hay ni rastro de sexo!) que caracteriza a esta joya de la narrativa del XIV. Solo alguien que quiere evitar que los adolescentes se acerquen a la prosa de Boccaccio puede elegir tres títulos como esos, absolutamente alejados del contenido jocoso, morboso y anticlerical de esa magnífica colección de relatos. Desde luego, no habrá alumno que, tras analizar con detalle dichos cuentos, vuelva a abrir el Decamerón en toda su vida. Objetivo logrado, pues.

2. Después, de entre toda la producción dramática de Shakespeare, se escoge la emocionantísima y desconocidísima obra de Romeo y Julieta. Supongo que son conscientes de que es peligroso probar con Otelo -les podría fascinar el personaje de Yago e incluso puede que lo leyeran con avidez, deseando ver cómo acaba esa trama. Y peor aún acercarse a las brujas y a la ambición de Macbeth -que podría suscitar en ellos algún tipo de debate o de controversia. Y, desde luego, sería un error absoluto probar con Hamlet, no vaya a interesarles su locura, o su historia de amor con Ofelia, o su compleja y morbosísima relación con su madre la reina. No, mucho mejor obligarles a leer el único texto que ya conocen, que han visto en mil versiones y que no les supondrá reto intelectual alguno. Así les convencemos de algo esencial para conseguir el exterminio perseguido: no merece la pena leer nada porque todo es siempre igual, monótono y repetitivo. Total, Shakespeare apenas escribió nada más que eso.

3. Por supuesto, de la literatura romántica no se apuesta por un drama desmedido y revolucionario de Schiller, ni por un texto de Byron, ni por una obra de Víctor Hugo. No, claro que no, que el romanticismo es muy peligroso y tiene demasiados puntos de conexión con la adolescencia como para correr esos riesgos. Así que, en vez de la poesía provocadora y exultante de Byron, se escoge la poesía de Keats y la de Coleridge, que son -básicamente- las que más lejanas se hallan de los intereses de los lectores de esta edad (la Oda a un ánfora griega de Keats les va a encantar, seguro). Y eso por no hablar de que dudo de que haya muchos profesores de Secundaria expertos en las baladas de Coleridge, la verdad. Es más, viendo el nivel que veo a mi alrededor, dudo que incluso las hayan leído alguna vez.

4. Y, cómo no, ni un resquicio en todo el programa para algún tipo de lectura que se salga de lo estrictamente canónico. Ni novela negra -total, Hammett y Chandler son dos autores de pacotilla-, ni ciencia ficción -Huxley, Orwell, K. Dick, Bradbury, Tolkien..., cuentos para críos-, ni nada perteneciente a la segunda mitad del siglo XX, pues como todos sabemos la última novela que se escribió fue la archileída Metamorfosis de Kafka. Después puede que se haya publicado algo (¿en serio? ¿de verdad?), pero los planes de estudio no tienen noticia de ello... Ah, y tampoco saben que existen las autoras (no hay ni una sola mujer en todo el listado: todo un récord).

Está claro que la literatura resulta incómoda y molesta en esta sociedad. No es bueno alentar a pensar -y mucho menos, a crear- en nuestros tiempos, así que las comisiones universitarias están haciendo con gran celo y esmero su trabajo, consiguiendo -de modo paulatino pero firme- su objetivo. Cada curso que pasa, tenemos más alumnos capaces de hacer como máquinas un examen concreto -nos pasamos un año instruyéndoles en su resolución, que no enseñándoles-, pero incapaces de ser realmente críticos, de pensar por sí mismos, de convertirse en adultos con una cierta madurez intelectual. Resulta hipócrita culparles por no querer acercarse a los libros, cuando el sistema les ha dejado bien claro que leer es aburrido, repetitivo y absurdo, de modo que es mejor no formar parte del clan de los lectores, salvo que estén dispuestos a jugarse la vida y ser, cuando se tercie, convenientemente exterminados.

Lo dicho, puro Blade Runner.

6 comentarios:

  1. Yo el viernes fui a la reunión de selectividad de lengua y literatura y puedo definir la experiencia como "desconcertante". Ni siquiera los textos literarios (si es que cayesen en el comentario) se pueden ver de una forma literaria sino que hay que enfocarlos de una manera general y divulgativa... por no hablar de otros puntos que me hacen sentir que, además de asesinar a cada autor al verme condenada a "explicar" cada tema de literatura en dos o tres días, cada vez más siento que les estoy preparando para sacar "el carnet de conducir" en lugar de transmitirles algo de todo lo que significó cada movimiento y hacerles reflexionar... que al fin y al cabo es de lo que se debería tratar.... de hacerles más personas.......... en fin..... a pesar de que cada vez nos lo ponen más difícil, seguiremos intentándolo.....
    Besos compi :)

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  2. Esty totalmente de acuerdo contigo. A mí este sistema también me tiene encantado. El que sea capaz de resumir en menos palabras el "pensamiento" de Kant saca la mejor nota, pero intentar comprenderlo no, que no da tiempo porque además hay que "aprenderse" el "pensamiento" de otros 12 friquis más, y la lista de cuadros de Goya y la de las novelas de Galdós. Claro que, ¿para qué aprender de esas mierdas? Si no sirven para nada. Y ya desde el principio del bachiller queda bien claro: ahí lo que cuenta es la selectividad.

    Memorizar, memorizar y memorizar. O, más bien, tragar y tragar cual gansos de paté. Eso sí, luego todos nos sentimos súper cultos e ilustrados, y nos reimos de Belén Esteban. "Porque yo estuve en París, y pagué 20€ y 3 horas de cola en el Louvre para ver la Mona Lisa que es una maravilla, pero el Prado no sé ni dónde está porque no soy un friqui que pierde el tiempo en esas cosas".

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  3. Me pongo triste al leer tu post. Pero si leer es de lo más bonito que se puede hacer en esta vida, y no me refiero a hojear el Pronto en la peluquería. Ojalá yo hubiera cursado esa asignatura, literatura universal, todo un campo de joyas literarías como las que has nombrado y mucho más. Pero sin haberla cursado, yo sí que me volví una viciosa desenfrenada de esto tan oscuro y prohibido que resulta ser la lectura. Aunque realmente el vicio no lo adquirí por el colegio, sino más bien por mi avidez de palabras y textos, desde muy niña la lectura se convirtió en algo esencial en mi vida.
    Aún recuerdo la primera vez que leí a Tolstoi, Ana Karenina, aggg, qué emoción! Recuerdo cuánto me gustó y cuando se lo conté a mi madre se quedó patidifusa, tan joven e inocente y ya disfrutando de una lectura así, fue justo después de Orgullo y prejuicio de Austen. O el descubrimiento de Tolkien, con tan sólo 15 añitos, no veas como me lo pasé perdiéndome en la Tierra Media, aún ahora sigo enganchada a ella. En fin que es una pena que las generaciones futuras no puedan seguir viciándose a todo esto que para nosotros se nos antoja tan vital como el agua o como el oxígeno.
    Fíjate que yo puedo estar cansadísima cada noche, que al menos un par de líneas antes de acostarme no las perdono casi nunca.

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  4. Coincido contigo, Arual.
    Esas reuniones son venenosas. Lo peor es que con lo corto que es 2º de Bachillerato no tienes casi capacidad para intervenir o completar. Y lo saben...
    Mucho ánimo y besos

    Sinclair

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  5. Y ¿qué me decís de Esperando a Godot sin anestesia? Esto es un disparate producto de la incompetencia y la indiferencia de nuestras dilectas y doctas autoridades educativas: putrefactos. No tiene otro nombre la cosa.

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  6. Totalmente de acuerdo contigo, Ana. En todos los sentidos...

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